Alfredo Infante sj
El domingo la iglesia celebro el día de Cristo Rey. Estos tres últimos domingos hemos estado meditando el capítulo 25 de Mateo. El evangelista nos propone un tríptico salvífico. Con la parábola de las doncellas prudentes e imprudentes nos invita a una mística de ojos abiertos, a estar despiertos con aceite en nuestras lamparas a la espera del novio que vendrá y no sabemos ni el día ni la hora. Después, con la parábola de los talentos nos precisa que ese estar despierto es ser productivo con los dones que el Señor nos ha dado, no para enterrarlos por miedo, sino para desde la relación de fe crecer humanamente al servicio del reino porque «para servir hay que servir» decía madre Teresa de Calcuta.
Hoy cierra mateo 25 con la escena del juicio de las naciones, que no puede ser leída desconectada de las dos parábolas anteriores. La dinámica que nos propone este tríptico es: «estar vigilante, desarrollar al máximo nuestros dones para el servicio y solidaridad con los más pobres, de modo que hagamos de la humanidad la fraternidad de los hijos e hijas de Dios».
Es desde aquí que tenemos que entender la escena del juicio a las naciones. Jesús nos coloca anta la escena del rey que viene y separa a la humanidad como el pastor separa a las ovejas de los cabritos o chivos. La oveja entabla una relación de confianza con su pastor y el pastor con la oveja. La oveja escucha y se fía de su pastor. No se trata de una relación de servidumbre sino una relación de corresponsabilidad en la confianza. El cabrito o el chivo, por el contrario, no escucha, no se fía, se auto centra, busca hacer su propio camino sin reconocer al otro, tiene un déficit de sentido de alteridad, es lo que evangélicamente llamamos rebeldía.
¿Cuál es el indicador en nuestra existencia de quien es rebelde y quién es dócil? ¿Quién es sensato y quien insensato? El criterio que Jesús nos propone en la escena del juicio final es la solidaridad con los pobres fundada en el amor misericordioso. Por eso, el rey pastor que llega no anda con rodeos preguntando tonterías, va al grano, la obediencia a Dios se muestra en la praxis cotidiana de vida, en la solidaridad fundada en la misericordia y el amor con el que sufre. Allí nos jugamos el ser ovejas que confían en el único pastor y Señor que es Cristo o el ser cabritos rebeldes sin sentido de alteridad y corresponsabilidad que construye su propio infierno. Como decía el profeta y poeta Casaldaliga «al final del camino me preguntarán qué has hecho y yo mostraré mi corazón poblado de nombres».
En la fiesta de Cristo Rey se nos recuerda que Cristo reina en el corazón que practica la solidaridad fundada en el amor misericordioso. Quiero, en este día, agradecer a tantos hombres y mujeres que en medio de esta emergencia humanitaria que vivimos se han tomado en serio la fe en Cristo Rey y están respondiendo activando redes de vida y solidaridad.
En la parroquia San Alberto Hurtado contamos con dos programas de alimentación. El programa «alimenta la solidaridad» de la Fundación Caracas Mi Convive que atiende en esta parte alta de la Vega 207 niños y, el programa «San Alberto Hurtado» de apoyo alimentario a los comedores de las escuelas católicas, que atiende 805 niños. Estos funcionan de lunes a viernes. Juntando ambos programas por vía de la solidaridad estamos atendiendo alrededor de 1012 niños. Esto gracias a la solidaridad y al trabajo de mucha gente anónima y a benefactores que apuestan por la vida. Que Cristo Rey nos bendiga y aumente la generosidad y solidaridad.