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Covid-19 ¿viacrucis del joven venezolano?

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Foto referencial: UNICEF | Ueslei Marcelino

Por Isaac Daniel Velásquez s.j

El 13 de marzo del presente año llegó lo que parecía tan lejano, lo que generó y sigue generando tantas especulaciones: los primeros casos de Covid-19 a Venezuela. Seguido a ello, el 17 de marzo, el decreto de la “cuarenta social” y la reconfiguración de todas las dinámicas propias del país.

La reconfiguración, producto de lo intempestivo de esta Pandemia, nos ha llevado a unos ritmos de acción que no pueden catalogarse ni de rápidos ni de lentos, simplemente, pretenden responder a lo novedoso e incierto de esta situación. El ámbito educativo intenta reconfigurarse en la marcha, para ello ha desarrollado estrategias de aprendizaje y evaluación que minimicen el impacto de no contar con el factor presencial en la relación docente-estudiante.

Así fueron transcurriendo las primeras semanas, y mientras las instituciones educativas seguían pensando cómo sobrellevar esta nueva realidad, llegó Semana Santa. Quien escribe, Jesuita profesor en su función como docente de Quinto año de Educación Media General, se le pidió, por parte de la directiva del colegio donde labora, una guía para sus estudiantes de último año de Bachillerato, para realizar en el tiempo correspondiente a la semana mayor. La asignación fue simple, desarrollar un ensayo en el que relacionarían una estación del viacrucis con la situación actual.

De esa manera, fueron llegando los ensayos. Muchos en horas de la madrugada, aprovechando que el Internet mejora levemente; otros, mediante el envío de fotos, vía WhatsApp, de sus trabajos realizados a mano. La clave de esta reflexión viene a continuación.

Luego de revisar los primeros diez trabajos, me detuve. Reviso nuevamente, uno por uno, hasta encontrarme que todos los estudiantes habían coincidido en la estación “Jesús cae por primera vez”. Para estos jóvenes, el sentir puede ser compartido, el Covid-19 ha representado una especie de caída en cuanto a los sueños y anhelos impetuosos propios de la edad. Graduación, cierre de ciclos personales (amistades fraguadas en el salón de clases), etapa universitaria, entre otros aspectos. “Me tumbaron de la nube sin permiso” señalaba, figurativamente, uno de mis estudiantes. De entrada, percibimos una caída. Vale acotar, de entrada.

Lo encontrado, al corregir los primeros ensayos, me impulsó a realizar un pequeño ejercicio estadístico sobre todas las asignaciones, el cual arrojó los siguientes resultados: un 64% de mis estudiantes tomó la estación “Jesús cae por primera vez” para desarrollar su reflexión. En segundo lugar, con un 15% la figura del Cirineo que ayuda a Jesús a cargar la cruz fue motivo de inspiración para el estudiantado. El tercer lugar, con el 10%, fue para la estación “Jesús se encuentra con su madre”. El 11 % restante se repartió entre las otras estaciones que representan la pasión y muerte de Jesús de Nazaret.

En virtud de la estadística y lo expresado en los argumentos de mis estudiantes, la caída no solo representa desesperanza e incertidumbre, también va siendo un tiempo para vivir ese repetitivo mantra para este tiempo “revísate”. Esto se puede apreciar en sentencias como la de uno de los jóvenes: “Así, como Jesús en su pasión, prevalece la influencia de la muchedumbre. Gritan porque gritan los demás y como gritan los demás. Y así, la justicia es pisoteada por la maldad, por miedo a la prepotencia de la mentalidad dominante. Nos da miedo luchar…. la gente muere y existe un silencio cómplice”.

La figura del “Cirineo”, para la interpretación de los estudiantes, es signo de solidaridad frente a las cruces que van llevando las personas y la sociedad en general. El joven se siente corresponsable a la hora de proponer soluciones hoy y en el futuro pos pandemia.

La figura de la Virgen María nos deja otra imagen bonita, resalta la figura de las madres que acompañan durante “una escuela en casa” a sus hijos. Vale acotar que algunos estudiantes, producto del fenómeno migratorio existente previo al Covid-19, se sienten acompañados en la distancia por sus madres, bien sea por la vía de las redes sociales, o en el ejemplo de superación que encuentran en ellas.

El último ensayo que corregí, bajo el título “experiencias que fortalecen”, sirvió como telón de fondo para esta hermosa experiencia como docente. “Crespito”, como cariñosamente le llamo, eligió la estación “Jesús es despojado de sus vestiduras”. Mi estudiante señaló, en referencia a la pandemia: Nos han despojado de nuestra vestimenta escolar, ya que no podemos asistir al colegio, de igual forma, nuestra vestimenta familiar ya que no podemos visitar a nuestros seres queridos, por último, no menos importante, de nuestra vestimenta social, ya que no podemos compartir con nuestros amigos y conocidos… Dejándonos así la reflexión, de que lo más importante es el sacrificio para un crecimiento espiritual donde podamos discernir entre lo que es importante.”

Así, como “Crespito”, y tal cual como propuso el Papa Francisco, nos enfrentamos al reto de elegir “lo verdaderamente importante”.

“Vivir ante Dios y con Dios en un mundo sin Dios”

La fórmula expresada por Dietrich Bonhoeffer, teólogo alemán, nos reta a los docentes, de manera especial a quienes trabajamos en el ámbito pastoral, ¿Cómo podemos acompañar a nuestros jóvenes durante este tiempo? Sabemos, el tema religioso, la Fe y lo Divino, muestra un resquebrajamiento, como lo evidencian y analizan diversidad de estudios desde el punto de vista sociológico y filosófico, por mencionar solo dos tópicos de investigación.

La apuesta por la Inteligencia, “intus-legere” (leer por dentro), es clave. Como reseña, el psicólogo jesuita Fernández Martos en su obra cuidar el corazón en un mundo descorazonado, es importante, “desechar lecturas planas.” La apuesta por la interioridad, tiene que seguir siendo bandera del proyecto educativo, más en este tiempo pascual, donde la tentación es quedarse en la cruz. Solo así los jóvenes, como “Crespito” y el resto de mis estudiantes de Quinto año, seguirán experimentando que el viacrucis solo es un paso, y que lo definitivo, la última palabra, la tiene Resurrección que no es otra cosa que la vida en abundancia.

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