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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Consideraciones claves para la minería en Guayana

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Santiago Marrero*

Foto: archivo WEB
  1. ¿Minería ecológica en el Arco Minero del Orinoco?

El problema con el término “minería ecológica” es que no existe prácticamente una actividad humana que no impacte el ambiente, en función de lo cual este concepto resulta una contradicción en sí misma. De entrada, existe un impacto minero por el solo hecho de llevar a cabo la actividad, y esto es así también en otras actividades como en la construcción de ciudades, en la actividad ganadera, en la agricultura; incluso el turismo denominado ecológico afecta en algún grado ciertos compartimientos ambientales, siendo nuestra Gran Sabana uno de los territorios testigo de esta aseveración.

Las diferencias en todo caso residen en la escala y el tipo de afectación generado por cada actividad, y más considerando que la minería tiene particularidades con respecto a otras actividades, como lo son: su valor localizado, es decir, la extracción minera se hace en el sitio donde está el recurso, por tanto la afectación debe realizarse ahí, independientemente de la complejidad del ecosistema presente; la segunda particularidad es su temporalidad dado que al terminarse el recurso, la actividad cesa y el área se abandona; y por último, el hecho de que la cantidad de desechos generados superan en mucho la cantidad de mineral aprovechado.

Para tener una idea de esto último, tomemos un ejemplo sencillo: para extraer 1 kilogramo de oro a partir de una mena con un tenor de 16 gramos por tonelada, haría falta procesar 62.5 toneladas de material asumiendo una eficiencia de 100% en el proceso, generándose así 62.499 kilogramos de desechos de material “estéril” por cada kilo de oro obtenido, 62,49 toneladas de material que deben ser manejados después de la extracción.

Resultaría, por tanto, más razonable hablar en los casos en los que se realice la actividad minera en una forma razonablemente amigable con el ambiente hablar de minería de bajo impacto, ya que darle la cualidad de “ecológica” daría paso a pensar que esa actividad va a favorecer de alguna manera o que no afectará el ecosistema en el que se desarrolla, y esto no es cierto, jamás ocurrirá. Desde esta óptica lo más adecuado es hablar de minería de alto impacto o bajo impacto en función del grado de afectación que se generará y de las medidas planeadas para el cuido y la remediación de los compartimientos ambientales que vayan a ser afectados.

En el caso del Arco Minero del Orinoco, la extracción se dará en terrenos de los más antiguos del planeta, con edades comprendidas entre los cuatro mil quinientos y quinientos millones de años, con una altísima biodiversidad producto de los equilibrios alcanzados durante estos miles de millones de años, lo que convierte a estos terrenos en un sistema sumamente frágil. Al romper ese equilibrio ecológico (que ha llevado tanto tiempo establecer) es prácticamente imposible restaurarlo a su condición original, al menos en una escala de tiempo humana, esto hay que tenerlo claro.

Igualmente, hay que tener claro que no solo existe un potencial minero en estas áreas, también existe potencial hídrico estratégico para la nación, potencial farmacológico, potencial maderero, y otros, que podrían colidir con la actividad minera. Aceptando la necesidad de realizar la extracción del recurso en estos casos, la visión de realizarla con el menor impacto posible debe ser el norte a seguir, pero teniendo claridad de que no será una actividad ecológica. Será una actividad con un impacto que puede ser bajo o alto dependiendo del compromiso real del Estado por llevar adelante los planes de remediación necesarios durante la explotación y al cierre de la mina.

Por otro lado, además de los aspectos técnicos que han sido hasta ahora los únicos considerados, también se debe tomar en cuenta el aspecto social de la ¨Minería Ecológica¨ esa parte de la renta minera dirigida al desarrollo de planes asistenciales o asignaciones directas, y la presencia de comunidades indígenas previamente establecidas que pueden tener intereses distintos a los de una empresa minera, con otra vocación y relación con el entorno.

El contexto descrito genera que el ámbito de control de posibles impactos sobre el ecosistema sea una tarea compleja, con la necesidad de estudios e inversión considerable que permita desarrollar una actividad minera con bajo impacto. Probablemente, en terrenos donde no existen esas complejidades y características sea posible desarrollar una minería de bajo impacto con mayor facilidad. Si tomamos el caso del desierto de Atacama en Chile, donde se desarrolla actividad minera de cobre y otros elementos calcófilos es probable que tanto el Estado como las empresas y los habitantes tengan menos problemas debido a la baja diversidad biológica, a que la densidad de población es pequeña y a la escasa diversidad de recursos más allá de los extraídos.

  1. Consecuencias directas e indirectas de la minería

Resulta importante tomar en cuenta las denuncias ciudadanas y desarrollar los estudios de impacto ambiental y sociocultural. Es preciso hacer un esfuerzo por predecir el nivel de afectación que generaría la actividad minera, tomando en cuenta en el mismo nivel de importancia tanto las consecuencias directas como las indirectas.

Cuando hablamos de directas nos referimos a las consecuencias propias de la actividad: generación de polvo, afectación de suelos y sistemas hídricos por lixiviación de metales, contaminación sónica, cambio del paisaje, entre otros impactos que se deben prever e incorporar a los planes de remediación a medida que se desarrolla la actividad.

Por otro lado, las indirectas están referidas a dinámicas como las posibles tensiones entre los pobladores y la empresa minera por conflicto de intereses, las migraciones internas, o el surgimiento y propagación de enfermedades.

Parte de los conflictos se acentúan precisamente porque las instituciones estatales no llevan a cabo esos estudios de impacto, las empresas arrancan con la explotación sin suficiente conocimiento del sistema a intervenir. Esto debe evitarse, deben tomarse las previsiones correspondientes, tratando de minimizar estos impactos, y esto solo puede hacerse con organización y generando el conocimiento necesario del sistema en el que se quiere actuar.

Si se hace un repaso histórico de la minería en Guayana, podríamos verificar que nunca ha habido una política de explotación que sea realmente organizada, ni a gran escala ni a pequeña escala. Esto a pesar de que a finales de la década del 80’ empresas de cierto peso como Placer Dome habían obtenido concesiones de explotación en Las Cristinas a través de la constitución de la empresa mixta MINCA con CVG. Cristallex también obtuvo concesiones del Estado para trabajar en este sector, ambas compañías con todas las características necesarias para emprender una minería organizada, sin embargo, al revisar la bibliografía sobre los estudios de las áreas a intervenir y los planes de remediación se puede verificar que fueron pocos los casos en los que estos se presentaron, y que más bien se expusieron propuestas generales basadas en experiencias llevadas a cabo en otros países.

Casi todos los países que tienen actividad minera, han elaborado mapas metalogénicos y geoquímicos que permiten orientar la búsqueda de las áreas con mayor potencial económico a bajo costo y con un bajo impacto ambiental. Esta es una tarea urgente, compilar la información que ha sido generada en investigaciones aisladas, depurarlas y colocarlas en mapas para luego generar los datos en las zonas donde existan vacíos de información.

En Venezuela tenemos un mapa metalogénico pero de una escala muy pequeña con información general. Tampoco existe un mapa geoquímico que establezca las concentraciones de elementos dentro del territorio y que permita orientar la búsqueda de posibles áreas piloto para la exploración de minerales metálicos o no metálicos. Esos instrumentos, que representan requerimientos que pueden llevarse a cabo a costos mínimos para ejecutar una actividad minera organizada y de bajo impacto, no se han elaborado.

  1. Minería a pequeña escala en Guayana

En cuanto a los impactos de la minería a pequeña escala y su intensidad podríamos visualizarlos al igual que en la minería a gran escala, es decir: aquellos impactos relacionados a la etapa de exploración y extracción, y aquellos que ocurren durante el procesamiento del metal.

En algunos de los territorios incorporados al denominado proyecto Arco Minero del Orinoco ya desde hace muchos años se ha llevado a cabo la extracción de varios minerales de interés económico por parte de la llamada pequeña minería, principalmente para oro y diamantes, y las consecuencias ambientales de la actividad han sido realmente desafortunadas. Las prácticas de búsqueda y extracción de estos minerales usadas por el pequeño minero son agresivas para varios compartimentos ambientales.

El oro y el diamante tienen densidades superiores 2,89 gramos por centímetro cúbico, por lo que una vez liberados de las rocas que los contienen son transportados por las aguas en el mismo tipo de material. Los sedimentos pesados, ya sea que se acumulen en los cauces de los ríos o en los sedimentos aluvionales o coluvionales, los mineros proceden de manera similar para separarlos de la matriz en la que se encuentran.

Si están asociados a material detrítico o gravas en el cauce de los ríos, una práctica común del pequeño minero es el empleo de chupadoras en algún área del río para transportar sedimento desde el fondo del río hacia la superficie y verterlo en un Tame inclinado donde en función del equivalente hidráulico de cada grano mineral se separan los sedimentos pesados de los livianos; en la fracción pesada el diamante se separa manualmente y el oro se amalgama con mercurio. Esto crea un enorme impacto en los ríos, tanto en la zona de extracción como aguas abajo, ya que la remoción del material del lecho del río aumenta la carga del material suspendido en la cuenca hidrográfica, además de afectar la fauna acuática presente, sobre todo aquella que depende de la visión para mantenerse viva. Aparte de la carga de sedimentos está el problema del uso indiscriminado del mercurio, que al ser evaporado es inhalado por el minero afectando directamente su salud. Al evaporarse, el mercurio pasa a la atmósfera en la cual es transportado e incorporado a suelos y aguas.

Si están asociados a material aluvional o coluvional se emplean mangueras que expulsan agua a alta presión para remover el material y posteriormente se usan las chupadoras y tames en un proceso similar al descrito antes, solo que ahora la cantidad de material fino es mucho mayor por lo que el impacto relacionado a la incorporación de sedimentos suspendidos al cauce de los ríos cercanos se acrecienta. El impacto es grande ya que son toneladas de material removido, perdiéndose los suelos y la vegetación y generándose grandes cantidades de material fino que al final del proceso terminan en un afluente cercano. Por ejemplo, este fenómeno puede observarse claramente en cuencas como las del río Icabarú y del río Quebrada Amarilla.

Por otro lado, estos minerales podrían estar contenidos en roca dura, vetas auríferas o diques de kimberlitas, en tal caso el pequeño minero se convierte en un topo, abre calicatas y túneles en busca de la veta mineralizada y una vez encontrada la siguen a través de estos túneles. El material es transportado hasta los molinos donde es triturado y amalgamado para la extracción de oro, generándose en ese sitio, además de los vapores de mercurio, una gran cantidad de desechos o colas constituidas por material rocoso acumulado en la superficie. Estos desechos se convierten en una fuente potencial de metales hacia suelos y aguas por lixiviación. El paisaje lunar en la localidad de Payapal es un ejemplo del impacto de este tipo de procedimiento realizado por la pequeña minería.

Estos impactos se pueden minimizar si se organiza y se controla al pequeño minero, si se ordenan y controlan las metodologías de extracción, si se establecen los blancos exploratorios a partir de estudios más sustentados. No se debe disponer de instrumentos extractivos de manera improvisada.

  • Extracción de oro y uso indiscriminado de mercurio

En cuanto al procesamiento del oro, lo que tradicionalmente se ha hecho es que los pequeños mineros han usado mercurio, a diferencia de las grandes empresas que por contar con el conocimiento y la infraestructura necesaria emplean cianuro por hacer del proceso una actividad más rentable. Los problemas con el uso de mercurio son diversos y no se restringen al área de la explotación minera ya que, al ser evaporado este elemento, aparte de ser respirado por los presentes en la mina, se dispersa en la atmósfera dirigiéndose posteriormente hacia los suelos, aguas, organismos acuáticos y a los humanos que consumen algunos de estos organismos en un ciclo geoquímico complejo en el cual se presenta en distintas especies, algunas de las cuales son muy tóxicas como el metil mercurio.

El problema relacionado al mercurio se puede disminuir con organización, acordando con los pequeños mineros parámetros para su empleo como, por ejemplo: el empleo de campanas que permitan recoger el mercurio en trampas que, colocadas en los sitios donde se realice la amalgamación del material impedirían que se disperse en la atmósfera, trayendo incluso mayor beneficio económico al minero pues podría reutilizarse. También eliminando en lo posible su uso, utilizando las tecnologías adecuadas. Muchas veces se usa mercurio en material en el cual el oro podría extraerse sin el uso de este contaminante, o en el cual el oro puede preconcentrarse reduciendo significativamente las cantidades de mercurio utilizadas en el proceso.

  1. Las dificultades de la minería a gran escala

Con la minería a gran escala existen dos posibilidades, que se haga a cielo abierto o de manera subterránea. Cada una utiliza técnicas de extracción distintas y, por tanto, generan diferentes impactos y de diferente magnitud a cada compartimiento ambiental. La minería subterránea, por ejemplo, genera un menor impacto visual que la minería a cielo abierto, también afecta en menor cuantía a los suelos en el área de explotación, ya que el material trabajado se encuentra a profundidad y el desmontaje de suelos se reduce a las zonas donde se construye la infraestructura necesaria, en las entradas a las galerías y en la construcción de las carreteras. Sin embargo, la generación de drenajes ácidos y la lixiviación de metales pudieran ser impactos de consideración ya que el material subterráneo es sacado de sus condiciones de equilibrio y es expuesto ahora al oxígeno y al agua atmosférica.

Si comparamos con la pequeña minería, la construcción de presas de cola para verter los desechos generados podría verse como un impacto más acentuado en la minería a gran escala, debido a la cantidad de material procesado y a las dimensiones de la construcción. Sin embargo, por estar localizado reduce la cuantía del impacto al impedir que las colas y sus lixiviados sean transportados hacia otros compartimientos. En la actualidad estas presas constituyen un asunto delicado debido a que la cantidad de desechos es, como ya se ha mencionado, de las más altas entre todas las actividades extractivas. Esto resulta del agotamiento de los yacimientos a nivel mundial, por lo que cada vez son más los yacimientos de bajo tenor que se explotan.

4.1 Caso extracción de aluminio

¿Qué hacer con los desechos acumulados? Ese resulta uno de los grandes retos de la minería, ya que los mismos deberían ser tratados para que no se conviertan en un problema. El caso de la extracción de aluminio a partir de la Bauxita de Los Pijiguaos puede ser un buen ejemplo de lo que debería hacerse. El proceso comienza con la extracción de la bauxita, una mezcla de oxihidróxidos de hierro y aluminio, cuarzo y caolinita y otros minerales. En esta parte del proceso además de la contaminación aérea por polvo, el inconveniente más grave es el impacto sobre el suelo y la vegetación, éstos son removidos ya que se trata de una explotación a cielo abierto. En este caso la empresa ha realizado estudios para tratar de recuperar (una vez extraída la bauxita) parte de las especies originarias, para lo que ha diseñado bancos de acumulación del horizonte superficial del suelo. En este horizonte es donde están los macro y micronutrientes y los microorganismos que constituyen el soporte de la vida vegetal. Una vez cesa la extracción de la bauxita en un área se colocan los suelos en los sitios donde fueron removidos. Aunque los resultados no son enteramente satisfactorios el problema está siendo abordado durante la explotación y esto es lo importante.

La segunda parte del proceso de obtención del Aluminio implica transportar el material bauxítico desde Los Pijiguaos a Puerto Ordaz para obtener hidróxido de aluminio con alto porcentaje de pureza. Durante este proceso, llevado a cabo en las instalaciones de CVG Bauxilum el problema ambiental más notorio está en la generación de colas denominadas “lodos rojos”: suspensión de material fino y licores cáusticos con valores de pH comprendidos entre 12 y 14. Se ha determinado que esta suspensión de alta basicidad también contiene material radiactivo y metales como antimonio, arsénico y cadmio asociados. En este caso también se han financiado estudios y se están estudiando alternativas, tanto para disminuir la basicidad de la suspensión de lodos rojos, como para el aprovechamiento del resto de los metales contenidos en el lodo.

Dentro de las alternativas planteadas para tratar los lodos rojos está la neutralización con salmueras marinas (desechos generados durante la cosecha de la sal de uso doméstico) con el objetivo de llevar el pH básico de 12-14 a valores de 8, resultando en un producto ambientalmente manejable según la normativa ambiental venezolana. Otras vías plantean evaporar las lagunas de manera forzada, uso de las soluciones en la saponificación de grasa para hacer jabones, recuperación de metales como Galio, Hierro y radioactivos, y uso del lodo en la remediación de suelos ácidos en áreas cercanas.

Como se observa, el problema, aunque existe está siendo estudiado y se está buscando una solución viable en función de nuestras capacidades. No es imposible. Se puede y debe buscar la forma de tratar los problemas inherentes a la minería ya que estos son inevitables. La única manera de evitarlos sería no extrayendo mineral, que también es una posibilidad. Si no se quiere invertir en tecnologías y estudios de impacto entonces no se debería permitir la explotación.

  1. Cinco aspectos a considerar para desarrollar una minería organizada

En la búsqueda de metodologías alternativas para desarrollar una actividad minera diferente y de bajo impacto, se debe hacer una evaluación de cómo se ha desarrollado hasta ahora esta actividad y qué debería cambiar. Algunas realidades:

1) En torno a la ocupación económica ha existido una anarquía tremenda desde los inicios, incluyendo aquella desarrollada formalmente por empresas nacionales o internacionales.

2) Ha habido resistencia a la evaluación de la relación costo beneficio tomando en cuenta el aspecto ambiental. Ha habido resistencia a la inversión relacionada a los estudios y planes de remediación ecológica, así como problemas para hacer cumplir la normativa ambiental.

3) El divorcio entre compañías, Estado e instituciones académicas, ha deparado en una completa descoordinación ejecutiva. Se han desarrollado estudios aislados que, por lo general, tienen poca o ninguna influencia en el rumbo del desarrollo minero del país.

4) La falta de incentivos y recursos en los centros de estudio e investigación relacionados con el tema.

5) La ausencia de previsiones respecto a las problemáticas que se puedan generar, pretendiendo aplacar el problema de manera parcial e inmediatista una vez que la planta se encuentra en funcionamiento.

  1. ¿Minería a beneficio de quién? La importancia de la variable ambiental

En términos netamente económicos, esta actividad puede generar beneficios importantes a la nación. Para este año (2018) la cifra que se espera entregar al Banco Central de Venezuela solo por el arrime de Oro está alrededor de los dos mil millones de dólares, según declaraciones del Ministro de Minería Ecológica, Víctor Cano. La posibilidad de generación de este tipo de riqueza a partir de la actividad minera es indudable. Ahora, lo deseable es que esa riqueza se transformara en otro tipo de riqueza con incidencia social significativa, que paralelo al desarrollo de la actividad minera exista un desarrollo del bienestar para la región expresado en mejor calidad de vida. Que exista inversión real en salud y educación, y que parte del beneficio de esta explotación permita el desarrollo de otras actividades no temporales para que cuando se cierre la mina la región no se convierta en un erial y, por supuesto, que se incluya al medio ambiente como uno de los entes entre los cuales se debería repartir ese beneficio.

Si realmente es necesario explotar algunas áreas nuevas de la zona denominada como Arco Minero del Orinoco a fin de obtener los ingresos necesarios para el buen funcionamiento del Estado venezolano, esta debe ser realizada de manera organizada, orientada por el conocimiento de los depósitos a explotar, por el conocimiento del entorno de este depósito (del entorno geológico y biológico) y de la manera en que se realizará la sincronización de explotación y remediación de las áreas afectadas.

La propuesta es que mientras se genera este conocimiento en estas nuevas áreas pueden explotarse las zonas que ya están afectadas y en las cuales existen aún muchísimo recurso mineral. Se debe hacer énfasis en un marco legal que contemple la temática ambiental y estudios correspondientes al momento de firmar concesiones y contratos y la manera de hacer cumplir con estas obligaciones. De lo contrario seguiremos repitiendo los mismos errores del pasado, con el consecuente saldo negativo de pobreza y violencia para la mayoría de los actores en el teatro de la minería.

Nota: las referencias bibliográficas de este artículo las puede encontrar en la publicación original ingresando al siguiente link (para agregar al final de cada artículo que tenga referencias)


*Santiago Marrero. Geoquímico, profesor investigador del Instituto de Ciencias de la Tierra – Universidad Central de Venezuela (UCV). Jefe del Laboratorios de Prospección Geoquímica del ICT y Jefe del Laboratorio de Rayos-X de la UCV.


Fuente. Boletín N° 3. Desarmando el Arco Minero (P. 32). [pdf-embedder url=”http://revistasic.gumilla.org/wp-content/uploads/2019/09/Boletin-3-Desarmando-el-Arco-Minero.pdf” title=”Boletin 3 Desarmando el Arco Minero”]

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