Los Obispos de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, reunidos en su CXLI Asamblea Plenaria, queremos expresar la cercanía profunda y solidaria de la Iglesia que peregrina en el Ecuador con nuestros hermanos de Venezuela, ante la situación de conmoción social, de violencia y de muerte que atraviesan, en medio de una dura emergencia económica. De ninguna manera nos podemos sentir indiferentes ante el drama que padecen. Los acompañamos de corazón y sentimos toda su angustia.
Las palabras de nuestros hermanos Obispos Venezolanos sobre la situación social y política de su pueblo, son para nosotros particularmente elocuentes: “La incapacidad para dar solución a la escasez y carestía de los alimentos y medicinas, la creciente violencia, la incitación al odio y el desconocimiento de las normas elementales para una convivencia en paz son, entre otras, las causas que nos tienen sumidos en un marasmo que entorpece el entendimiento y el progreso”. Se trata de una situación donde “está muerta y desaparece toda posibilidad de opinión divergente o contraria a quienes están en el poder, se abre la puerta a la arbitrariedad, la corrupción y la persecución, un despeñadero hacia la dictadura” (Comunicado de la Conferencia Episcopal Venezolana, 31 de marzo de 2017).
Por ello, con todo el pueblo católico del Ecuador, elevamos una sentida y profunda oración a Jesucristo resucitado, Príncipe de justicia y de paz, a fin de que tenga fruto todo esfuerzo para la construcción democrática “de una convivencia libre, justa y fraterna”. Que, a través de decisiones políticas generosas y realistas, en espíritu de diálogo, los venezolanos puedan recobrar la esperanza en el futuro, corrigiendo “una distorsión moralmente inaceptable”.
Expresamos nuestra cercanía a los obispos, sacerdotes, religiosos y fieles laicos venezolanos que, ante la dramática situación en la que viven, no han dejado de anunciar con valentía el Evangelio y, fundamentados en la búsqueda del bien común y el respeto a la ley natural, defienden la dignidad irrenunciable de toda persona, con los demás valores humanos, cívicos y democráticos, de los que “todo gobierno tiene que ser el primer garante”.
Ponemos todo esto bajo el amparo de la bendita Madre de Dios, en su advocación de la Virgen de Coromoto, de manera que la justicia, la democracia y la reconciliación en este hermano país, tan querido, sean una realidad, y que estos días críticos queden definitivamente en el pasado.
Los obispos del ecuador