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¿Cómo escribir sobre migración?

EDSON

Wooldy Edson Louidor

espacinsular.- ¿Cómo escribir sobre migración?  Es una pregunta que nos hacemos quienes nos hemos visto, más de una vez, en la tarea de relatar historias de vida, transcribir testimonios, coordinar campañas de sensibilización, elaborar informes humanitarios o legales, preparar posicionamientos de incidencia política, hacer un trabajo de grado, redactar informes de investigación, escribir un manual de curso universitario, en torno a temáticas de la migración.EDSON

La migración es un tema que implica grandes retos para el periodista, el encargado de comunicaciones e incidencia política en una organización no gubernamental, el estudiante que realiza su trabajo de grado y el profesor que sintetiza las preguntas y los resultados de sus investigaciones en un documento de fácil manejo para los estudiantes.

Pero, escribir sobre migración puede convertirse también en una pasión que le marca a uno la vida. He allí algunas pautas que me han servido en mi humilde trayectoria en todas las labores arriba mencionadas: periodista, encargado de comunicación e incidencia pública en organizaciones no gubernamentales, estudiante, investigador y profesor universitario.

Algunas pautas

Cuando gran parte de los artículos periodísticos sobre la migración, publicados en diferentes medios, reflejan historias tristes de migrantes o manifiestan brotes de discriminación (llamándolos por ejemplo “ilegales”, “amenazas”, “invasores”), el periodismo necesita un lenguaje fresco que abra miradas, horizontes y perspectivas. De tal manera que el público pueda conocer otras historias y otras maneras bien diferentes de tratar y contar un mismo tema o suceso.

Cuando organismos de la sociedad civil, activistas de derechos humanos y organizaciones no gubernamentales denuncian un rosario de maltratos, abusos y violaciones a los derechos de los migrantes, el encargado de comunicaciones tiene que compartir historias de vida y testimonios de los mismos migrantes que renueven la esperanza y expresen la resistencia de la dignidad y la terquedad de la vida.

Cuando diferentes informes y posicionamientos públicos publican cifras, estadísticas y datos que prenden la alarma roja sobre la trata de seres humanos, las “crecientes olas” de inmigración al país, el “gran” número de desplazados, refugiados o migrantes que existen en el mundo o en algún país, es importante ponerle rostro a los números para evitar la banalización. Los migrantes son seres humanos y no números.

Cuando imágenes y videos difundidos por los medios e Internet muestran ad nauseam la miseria y las tragedias de las que los migrantes son víctimas en sus trayectorias o en los países de llegada, el periodismo alternativo debe prevenir la “espectacularización” del dolor humano invitando más bien a la solidaridad con las víctimas. El sufrimiento de cualquier ser humano debe ser acogido con respeto y representa una invitación ética a la compasión y la acción.

Cuando hay conflictos entre migrantes y ciudadanos del país de acogida o cuando los migrantes son víctimas de actos de xenofobia, no es bueno ni silenciar o invisibilizar estos actos, ni hacer un uso demasiado “tendencioso” de la información a tal punto de generalizar que la sociedad en cuestión es “racista”. Es mejor aprovechar la ocasión para plantear (o rescatar) propuestas y estrategias educativas, jurídicas, políticas y socio-culturales para evitar que se repitan esos casos y para que caminemos hacia la convivencia pacífica y la interculturalidad.

Si bien la migración es un objeto de estudio muy especializado, sin embargo, como fenómeno social es parte intrínseca del ser humano y se debe de buscar la manera de compartir (lo más sencillo que se pueda y que permita la disciplina y la naturaleza de la investigación en cuestión) las preguntas que plantea y las respuestas que se les han dado desde la academia. Los conocimientos, principalmente los que se generan sobre un fenómeno tan importante para la humanidad, deben ser compartidos porque son parte del patrimonio mundial. Los académicos, hemos de incluir la apropiación social del conocimiento en nuestra agenda investigativa.

Además, es importante que las informaciones, los conocimientos y saberes sobre la migración contribuyan a formar una opinión pública (nacional y global), más educada, concientizada, que comprenda cada vez mejor las problemáticas de fondo relacionadas con los migrantes y que sea también capaz de mejorar sus representaciones e imaginarios sobre estos últimos e incluso incidir en sus gobiernos y a nivel global para la adopción de políticas y leyes más hospitalarias.

Cuando escribir sobre la migración se vuelve pasión

Escribir sobre migración es una pasión, cuando se sabe narrar y compartir con la cabeza y también con el corazón. Lo mejor que he leído, visto y oído sobre los migrantes y la migración en general es en las novelas y el cine. El dolor puede ser narrado con arte; la denuncia se puede hacer con estilo. La esperanza puede cantar. La humanidad se salva en una sonrisa, un poema, un relato novelesco, una secuencia de cine. La literatura sabe tocar el corazón, con la pluma y con su narrativa.

Cuando se sabe medir las palabras, entendiendo que una palabra puede condenar o salvar a todo un grupo de personas. Antes era el verbo (nos dice el Evangelio según San Juan) porque lo creó todo o lo puede destruir todo. La palabra es acción: la primera, incluso antes de toda acción concreta.

Cuando se sabe utilizar el lenguaje visual para llamar la atención sobre lo que no se ve: la dignidad del ser humano. Se puede utilizar el lenguaje para decir lo que no se ha dicho y dejar ver lo invisibilizado: es su más importante función.

Cuando se quiere compartir el conocimiento, con la convicción de que la ciencia, la academia y el conocimiento en general debe estar al servicio de la humanidad, fuente de sentido de todas las actividades del ser humano.

Cuando la palabra -hablada, escrita, representada, narrada, esculpida, mostrada- regresa a su origen más puro: la pasión; por lo que no hay recetas para escribir sobre migración. Sólo nos queda parafrasear a San Ignacio de Loyola de la siguiente manera: hay que “sentir y gustar internamente” las narrativas que relatamos, los conocimientos que compartimos, las imágenes que proyectamos, las informaciones que publicamos, los informes que elaboramos. Sentir, sopesar, calibrar cada palabra porque hay vidas humanas, sueños, esperanzas y destinos que dependen de ella.

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