elpaís.- Es una de las voces más singulares de la actual literatura Colombiana. Su obra, es un sabio crisol en el que se conjugan de manera fecunda y auténtica la pintura, la música y la historia. El novelista recibe el premio venezolano con un texto sobre el desamparo de su país.
“Vengo de un país llamado Colombia, que es como decir ‘vengo del fuego y el oprobio, del resentimiento y la rabia”, exclamó este domingo en Caracas el escritor Pablo Montoya (Barrancabermeja, 1963) en el discurso de aceptación del premio Rómulo Gallegos 2015. El novelista explicó la presencia en su obra del exilio, la desgracia y la dignidad del arte en contextos hostiles. “Hemos sido gobernados por una clase política voraz y corrupta. A la cual ha respondido una subversión frenética y errática”, agregó el autor, cuyo Gobierno negocia desde finales de 2012 en La Habana el fin del conflicto armado con la guerrilla de las FARC.
Montoya es el quinto colombiano que recibe el galardón que se otorga en Venezuela. Gabriel García Márquez, Manuel Mejía Vallejo,Fernando Vallejo y William Ospina ya habían subido a la tribuna del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg) para aceptar el premio. Colombia encabeza la lista de autores laureados, seguido por México, con cuatro, y Argentina, con tres. El novelista señaló que usará parte de los 100.000 dólares de la premiación para comprar una casa y “dejar de pagar arriendo”. Medellín, la localidad donde reside, es una de las ciudades latinoamericanas con mayor porcentaje de población que vive en alquiler, con un 35%, según un informe de 2014 del Banco Interamericano de Desarrollo.
“Antes de apasionarme por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia”, escribió José Eustasio Rivera al principio de La vorágine (1924), una de las novelas fundamentales de la narrativa colombiana. Pablo Montoya ha recordado la fatalidad de ese destino. “La violencia ha caído sobre nosotros como un animal hambriento. Nuestros padres fueron asesinados, nuestros abuelos despreciados y nuestros bisabuelos una vez más humillados y exterminados”, expresó en una de las salas de teatro del Celarg. “Es difícil entender cómo hemos tenido fuerzas para amar, para reír y asombrarnos ante la vida que surge desbordante e imparable.”
Tríptico de la infamia, la novela premiada, es un relato histórico que cuenta “la vida de tres artistas del siglo XVI que padecieron los acosos de las pugnas religiosas europeas [de católicos contra protestantes] y las jornadas bélicas de la conquista americana”, resumió Montoya. La segunda parte de la obra versa sobre François Dubois, autor de La matanza de San Bartolomé, un óleo sobre tabla acerca de la masacre de dos mil protestantes en París a manos de los católicos en 1572. “Nuestra tradición es el desamparo”, reza la frase del escritor y disidente cubano Reinaldo Arenas en el epígrafe de esta sección del libro.
Montoya plantea un diálogo permanente entre la historia y el presente de América Latina. “Mi obra ha sido escrita desde hace más de veinte años desde cierta periferia. La periferia que representan todas las ciudades colombianas que no son Bogotá. La periferia de mi condición de inmigrante latinoamericano en Europa”, aseguró, para pasar a defender su autonomía absoluta como escritor. Cuatro días antes había afirmado en una rueda de prensa en Caracas que no consideraba este premio un artefacto político y había destacado el carácter eminentemente literario del reconocimiento. “Ser optimista en estos tiempos es ser ingenuo, o estar atrapado en las trampas de la sociedad de consumo, o en esas otras que tejen los populismos políticos, religiosos y culturales”, sentenció el autor en la ceremonia, reiterando que solo toma partido por el escepticismo.
Una tirada de 20.000 ejemplares de Tríptico de la infamia, que coeditan el Celarg, el Banco Central y Monte Ávila Editores, salió a la venta el pasado viernes en las Librerías del Sur en Venezuela. El colombiano se definió una vez más como “un escritor completamente desconocido”, el segundo desde la premiación en 2013 del puertorriqueño Eduardo Lalo, que también estaba fuera del mapa literario de muchos lectores hispanoamericanos. Montoya será en 2017 uno de los jurados de la XX edición de este mítico premio.