Sus dos hijos varones llevan su nombre: César Ignacio y Andrés Miguel.
A César Ignacio le pusimos César por la tradición del primogénito e Ignacio por San Ignacio de Loyola.
Que usted venera.
Es que San Ignacio es un santo que no es venerable.
Bueno, es verdad.
Yo tengo allí una imagen de San Ignacio muy grandota y me preguntan en Radio Caracas: ¿Ese santo hace muchos milagros? Digo: No, yo que sepa no ha hecho ninguno. ¿Qué hizo? Bueno, el primer partido político de la historia.
La Compañía de Jesús.
Sí, exactamente, los jesuítas. Yo creo mucho en San Ignacio como hombre y siento la obra de la Compañía de Jesús. No soy un hombre religioso. Adriana ha estado muy vinculada a la Universidad Católica y a la Compañía de Jesús, y los dos sentimos una gran admiración, más que por Ignacio de Loyola como tal, por muchos amigos jesuítas a los que queremos muchísimo, es decir, José Ignacio Rey, José Ignacio Urquijo, tantos tantos ignacios que hay en la Compañía de Jesús. A Andrés le pusimos Miguel porque es un nombre también presente en la familia de los Anzola y de alguna manera para que estuviera allí algo de César Miguel. No fue iniciativa mía, mi ego no llega a esos puntos, fue cosa de Floralicia.
CONVERSACIONES CON CÉSAR MIGUEL RONDÓN, Tal Levy, Ed. Libros El Nacional, 2014, p. 103