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“The Washington Post” encontró una forma indirecta, pero efectiva, de dar cuenta de la página completa en “The New York Times”, pagada como aviso publicitario, en la cual el vicepresidente ejecutivo de la República, Tareck Zaidan El Aissami Maddah, responde al Departamento del Tesoro de Estados Unidos y a la administración de Donald John Trump, tras haber sido designado por el Office of Foreign Assets Control (OFAC) como traficante de drogas.
Mediante la publicación en “The Washington Post” de un despacho desde Caracas de la periodista Fabiola Sánchez, del equipo corresponsal de Associated Press (AP), la oficialidad estadounidense y los representantes diplomáticos que no se habían enterado de la publicación de la página en NTY, ahora sí se enteraron, sin ser necesario leerla en su totalidad para tomar conocimiento de que se produjo un nuevo exabrupto comunicacional que seguramente haya dejado poca renta al emisor.
Entre tanto, en Venezuela, la opinión pública se centra más en el costo (las versiones van de US$ 80.000 hasta US$ 150.000 más honorarios asociados) y en quién lo pagó y con qué “tipo de dólar” que en el contenido del largo texto publicitario.
Del texto, solo basta leer unos cuantos pasajes para observar que se trata de un compendio de victimismo, lugares comunes, “balones para afuera”, acusaciones sin pruebas y proclamas ideológicas, sin entrar al fondo del descargo de las gravísimas acusaciones formuladas contra El Aissaimi y su socio (testaferro, según el OFAC) Samark López Bello.
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