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Cardenal Porras :”Preservar la memoria histórica es un acto de justicia”

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El emblemático paraninfo del Palacio de las Academias en Caracas se vistió de gala el pasado 4 de diciembre de 2024 para recibir al cardenal Baltazar Porras Cardozo como nuevo Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia. Este acto, cargado de simbolismo y trascendencia, no solo honró la destacada trayectoria del prelado, sino que también puso en el centro del debate la importancia de la memoria histórica en un país marcado por profundas divisiones políticas y sociales.

¿Quién es Baltazar Porras?

El cardenal Baltazar Porras nace en Caracas el 10 de octubre de 1944. Hizo la primaria en el colegio Fray Luis de León y en la escuela parroquial de Santa Teresa. Estudió la secundaria en el Seminario Interdiocesano Santa Rosa de Lima de Caracas, obtuvo en 1966 la licenciatura en teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, y al año siguiente fue ordenado sacerdote el 30 de julio de 1967 por Mons. Miguel Antonio Salas.

En 1977, obtuvo el doctorado en teología pastoral en el Instituto Superior de Pastoral de la Universidad de Salamanca. El papa Juan Pablo II lo nombra obispo auxiliar de Mérida el 17 de septiembre de 1983, a los 39 años de edad.

El papa Francisco, en 2016, lo designó como cardenal.

Es también lingüista y cronista, por lo que en 2020 fue incorporado como Individuo de Número en la Academia Venezolana de la Lengua.

El 17 de enero de 2023, el papa Francisco lo nombró arzobispo de Caracas. En 2023 presentó su renuncia como lo establece el Código de Derecho Canónico. El 28 de junio de 2024, el papa Francisco le aceptó su renuncia como arzobispo de Caracas, nombrando a su sucesor al mismo tiempo: Monseñor Raúl Biord Castillo.

Un reconocimiento a la trayectoria intelectual y pastoral

La ceremonia, presidida por la Dra. María Elena González Deluca, presidenta de la Academia, contó con la presencia de un nutrido grupo de personalidades del ámbito académico, religioso y cultural. Entre los asistentes se encontraban miembros de la Conferencia Episcopal Venezolana, familiares y amigos del homenajeado, quienes atestiguaron un evento que trascendió lo protocolar para convertirse en un llamado a reflexionar sobre el papel de la historia en la construcción de una sociedad más justa.

El discurso de incorporación del cardenal Porras destacó por su profundidad y enfoque, centrado en la figura de Mons. Felipe Rincón González, noveno arzobispo de Caracas. Esta elección no fue fortuita; el legado del arzobispo simboliza una resistencia ejemplar frente a las adversidades y una lección de integridad en tiempos convulsos.

Mons. Felipe Rincón González: un faro en la tormenta

Nacido en 1861 en La Victoria, Mons. Felipe Rincón González fue un líder religioso cuya vida estuvo marcada por un compromiso inquebrantable con los valores cristianos y sociales. Ordenado sacerdote en 1885, su dedicación pastoral lo llevó a ocupar importantes cargos dentro de la Iglesia católica, incluyendo el obispado de La Guaira y, más tarde, el arzobispado de Caracas en 1937. Su liderazgo coincidió con los últimos años del régimen dictatorial de Juan Vicente Gómez, un periodo caracterizado por tensiones entre la Iglesia y el Estado.

En su discurso, el cardenal Porras resaltó que Mons. Rincón González no se limitó a ser un pastor espiritual; fue también un defensor ferviente de los derechos sociales. Desde el púlpito y mediante sus escritos denunció las injusticias que aquejaban al pueblo venezolano y abogó por la dignidad humana. Sin embargo, su valentía le acarreó no solo admiradores, sino también detractores, incluso dentro del propio ámbito eclesiástico.

Intrigas y calumnias: la difícil visita apostólica

Uno de los episodios más oscuros en la vida de Mons. Rincón González fue la visita apostólica que enfrentó entre 1937 y 1940. Aunque oficialmente presentada como una investigación sobre su gestión pastoral, esta se convirtió en una herramienta para desacreditarlo. Según explicó el cardenal Porras, las acusaciones en su contra –que incluían supuesta malversación de fondos– fueron resultado de intrigas políticas y personales promovidas por un reducido grupo de clérigos.

El impacto de estas calumnias no solo afectó su reputación, sino que también deterioró su salud. A pesar de las adversidades, Mons. Rincón González se mantuvo firme en sus principios, convirtiéndose en un símbolo de resistencia y lealtad a la verdad. Para el cardenal Porras, este episodio resalta la importancia de reivindicar figuras históricas cuya memoria ha sido injustamente manchada.

 

Reivindicación histórica: un acto de justicia

En su intervención, Porras hizo un llamado a rescatar la figura de Mons. Felipe Rincón González del olvido y las sombras que las calumnias arrojaron sobre su legado. Subrayó que el proceso para solicitar su beatificación constituye una muestra del creciente reconocimiento hacia sus virtudes y su integridad.

“La historia tiene una deuda con figuras como Mons. Rincón González”, afirmó Porras. En este sentido, instó a la sociedad venezolana a preservar la memoria histórica como un acto de justicia hacia quienes han sido tratados injustamente por el poder. Según el cardenal, contar la historia con honestidad no solo es esencial para honrar el pasado, sino también para construir un futuro más equitativo y reconciliado.

Historia y memoria: reflexiones para el presente

El discurso del cardenal Baltazar Porras trascendió la figura de Mons. Rincón González para abordar cuestiones más amplias sobre el papel de la historia en Venezuela. En un país donde los relatos históricos han sido frecuentemente manipulados con fines políticos, Porras enfatizó que la memoria debe ser una herramienta para el entendimiento y no un arma divisoria.

“La historia no debe perpetuar odios ni divisiones”, señaló Porras. Por el contrario, debe servir como un faro que guíe hacia la reconciliación nacional y permita aprender de los errores del pasado. En este contexto, destacó que el reconocimiento de figuras como Rincón González es una forma concreta de hacer justicia histórica y dar voz a quienes fueron silenciados.

El cardenal también reflexionó sobre el valor del testimonio personal en el relato histórico. Argumentó que cada individuo tiene una historia que contar y que estas narrativas individuales son fundamentales para comprender el tejido social de una nación. “Valoremos las voces olvidadas”, instó Porras, “y comprometámonos con la búsqueda incansable de la verdad”.

Respuesta académica: la perspectiva de Inés Quintero

La intervención del cardenal Porras recibió una respuesta elogiosa por parte de la Dra. Inés Quintero, destacada historiadora venezolana, quien subrayó la relevancia del evento en el contexto actual del país. Quintero coincidió con Porras en que la historia debe ser utilizada como una herramienta para el entendimiento colectivo y no como un instrumento político.

La académica recordó que los años en los que se desarrolló la visita apostólica a Mons. Rincón González estuvieron marcados por las tensiones tras la muerte de Juan Vicente Gómez. Durante ese periodo, las relaciones entre las instituciones religiosas y el poder político estuvieron plagadas de conflictos e intrigas. Sin embargo, destacó que figuras como Rincón González lograron sostener su compromiso con los valores cristianos y sociales a pesar de los obstáculos.

Quintero también elogió el llamado del cardenal Porras a preservar la memoria histórica como un acto de justicia. “La historia nos permite entender quiénes somos como sociedad”, afirmó, “y reconocer los errores del pasado es clave para evitar repetirlos”. En su discurso, Inés Quintero afirmó:

La incorporación del cardenal Baltazar Porras Cardozo a la Academia Nacional de la Historia constituye, sin lugar a dudas, el merecido tributo a su prolífica y diversa obra historiográfica; a su sostenido esfuerzo por organizar y proteger el rico y provechoso acervo documental de los archivos eclesiásticos, fuente inagotable para la investigación y el conocimiento de nuestra sociedad desde las más diversas perspectivas; a su interés y preocupación por rescatar y conservar el patrimonio artístico y arquitectónico de la Iglesia católica en nuestro país, huella y memoria de su presencia en Venezuela y muy especialmente para reconocer y destacar la sostenida firmeza de sus posiciones críticas frente a las tergiversaciones, mutilaciones y manipulaciones del pasado, cuyo propósito ideologizador en nada contribuye a la comprensión de nuestra historia.

Un llamado al futuro

La incorporación del cardenal Baltazar Porras a la Academia Nacional de la Historia trasciende el ámbito académico para convertirse en un recordatorio del poder transformador de la memoria histórica. Su discurso fue un llamado contundente a reivindicar las figuras olvidadas, defender la verdad y construir una sociedad más justa desde el entendimiento del pasado.

En un país marcado por divisiones profundas, este evento sirvió como un faro esperanzador. La historia, bien contada y preservada con honestidad, puede convertirse en una herramienta poderosa para sanar heridas colectivas y promover el diálogo entre sectores enfrentados. El legado del cardenal Porras es, sin duda, una invitación a mirar hacia adelante con optimismo, sin perder nunca de vista las lecciones que nos deja nuestra propia historia.

NOTA:

Los discursos completos tanto del cardenal Baltazar Porras como de Inés Quintero puedes consultarlos aquí: Dos discursos para la Historia

*María Isabel Párraga B.

Periodista. Jefa de redacción de SIC.

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