Por Alfredo Infante s.j. | Boletín Signos de los Tiempos n° 57.
Durante la primera semana de mayo de 2020 hemos sido sacudidos por una explosión de violencia generalizada que, desde hace años, amenaza la cotidianidad del venezolano. Se entrecruzaron la violencia social, económica y política, construyendo un escenario catastrófico. No hay poro de nuestra vida que esté exento de los efectos de este mal. Se trata de una violencia sistémica, estructural.
El hambre es el rostro más presente. Recordemos que nuestro país vive el proceso hiperinflacionario más grave del mundo -por ejemplo, en este momento, un cartón de huevos equivale a dos salarios mínimos- con una contracción económica que lleva seis años consecutivos, lo cual hace que la mayoría de la población viva en condiciones de extrema pobreza, situación agravada por la disminución en el subsidio directo de las remesas que llegaban de parte de los familiares emigrantes.
Los apagones y bajones eléctricos, que desquician el ritmo cotidiano y que afectan desde hace años a todas las regiones, coincidieron la tarde del martes 5 de mayo en todo el país. Recordemos que Venezuela, para 1999, tenía una capacidad instalada de 19.696 MW y una disponibilidad de 14.000 MW; hoy, después de 21 años de gestión revolucionaria y a causa de la desinversión, corrupción e incompetencia, sólo funcionan 6.000 MW, lo que afecta también el bombeo de agua potable y mantiene en una sequía al país, especialmente en las zonas populares, donde sus habitantes pueden pasar hasta tres o cuatro meses sin el preciado líquido¹.
La destrucción de Pdvsa y la depresión de los precios del petróleo en el mercado internacional tienen al país paralizado, sin combustible, lo que ha puesto en alto riesgo el abastecimiento de alimentos en las principales ciudades. Ante este escenario, el Gobierno de Maduro, irresponsablemente, ha reiniciado el proceso de acoso y ocupación de las empresas de alimentos, las únicas que han hecho posible la subsistencia del venezolano².
En este escenario caótico, el primero de mayo amanecimos con la indignante noticia de la masacre ocurrida durante un motín en la cárcel de Guanare, estado Portuguesa, donde fueron asesinados 47 reclusos y 75 resultaron heridos de gravedad³.
Según la ONG Provea, esta es la cuarta matanza ocurrida en un centro penitenciario desde 2017 y, de acuerdo con Infobae, la duodécima desde 2013, cuando se creó el Ministerio de Asuntos Penitenciarios, con Iris Varela a la cabeza⁴.
La versión del régimen apuntó como causa a un intento de fuga y conspiración contra las autoridades del penal, mientras que los familiares, respaldados por ONG como el Observatorio Venezolano de Prisiones y Una Ventana a La Libertad, señalaron que el motín fue producto de la represión ante una protesta causada por la retención, por parte de efectivos de seguridad de la cárcel, de los alimentos que llevaron los familiares durante la visita regular, único modo que los privados de libertad tienen para acceder a algo de comida medianamente digna. Por lo sistemático y generalizado de estas masacres, podríamos decir que estamos ante un patrón criminal de política de Estado.
De igual modo, con indignación y asombro, durante varios días hemos sido espectadores de una guerra sin cuartel, entre mega bandas delicuenciales, en el sector José Félix Ribas de Petare, al extremo este de Caracas, zona suburbana más poblada de la capital venezolana. Según analistas, esto es el resultado de la política de “Zonas de Paz” iniciada por el Gobierno en 2013, mediante la cual cedió los territorios populares a los grupos delictivos que operan en estos sectores, a cambio de fidelidad, apoyo y reducción de la afectación a las comunidades⁵.
Hace rato que esta situación se le escapó de las manos al Ejecutivo y las comunidades están sometidas a la ley del más fuerte, desamparadas por el Estado. Como siempre, el Gobierno se exculpa y acude a las teorías conspirativas.
En este contexto de violencia generalizada, según una investigación de The Washington Post⁶, un sector extremo de la oposición, supuestamente vinculado a Juan Guaidó, planificó y llevó a cabo una incursión armada, con la finalidad de tumbar a Maduro, la cual resultó frustrada por el Gobierno.
Estas acciones muestran, nuevamente con los hechos, que ciertos sectores políticos viven desconectados de la realidad y continúan apostando a aventuras tipo “Rambo”, que hacen más difícil la posibilidad de un cambio político que revierta el derrotero hacia la catástrofe humanitaria.
Venezuela naufraga entre poderes ciegos. Cuando creíamos haber tocado fondo, aparecen nuevas estupideces y torpezas que nos hunden más. El ejercicio de la política, por parte de los actores con poder, está haciendo de nuestra tragedia una “tragicomedia”, que da vergüenza ajena. Hay resistencia, de lado y lado, a pasar del paradigma de la guerra al paradigma de la política, de la palabra, de la negociación.
Mientras tanto, el régimen sigue avanzando en su política de acoso y criminalización contra las ONG de derechos humanos que, como Provea, exigen el respeto a la vida y dignidad de la mayoría de la población, víctima principal de esta tragedia en que se ha convertido la realidad del país.
Como Iglesia seguiremos insistiendo en la necesidad de entender que, sin un acuerdo por la vida, pereceremos como idiotas y que nunca es tarde para negociar y acordar por el bien de Venezuela.
Notas:
- https://revistasic.gumilla.org/2020/colapso-del-sistema-electrico-nacional-cronica-de-una-destruccion-i/
- https://efectococuyo.com/especiales/un-nuevo-round-entre-polar-y-el-gobierno-quien-esta-contra-las-cuerdas/
- https://oveprisiones.com/decenas-de-muertos-y-heridos-durante-motin-carcelario-en-venezuela/
- https://www.infobae.com/america/venezuela/2020/05/02/venezuela-las-impactantes-fotos-de-la-masacre-en-la-carcel-de-portuguesa-donde-murieron-46-presos/
- https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/07/150727_venezuela_zonas_de_paz_dp
- https://www.washingtonpost.com/world/2020/05/07/de-miami-venezuela-fall-el-plan-de-capturar-maduro/
Fuente: https://mailchi.mp/7c2e9159d3a8/signos-de-los-tiempos-n-57-01-al-07-de-mayo-de-2020