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Cambios en el orden internacional

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Por Félix G. Arellano P.*

Son muchas las razones que determinan la necesidad de avanzar en la construcción de una gobernabilidad internacional más eficiente. Que todas las variables se encuentren interconectadas en el contexto global; dependientes unas de las otras, sujetas a condicionamientos recíprocos; exige una visión de conjunto, para comprender el funcionamiento del engranaje y, en particular, para resolver las disfuncionalidades.

Enfrentamos a escala mundial una dinámica interdependiente compleja, en tal sentido, las soluciones individuales, nacionales o aisladas resultan poco efectivas y, en muchos casos, contraproducentes. La pandemia de la Covid-19 y el cambio climático lo están confirmando; empero, muchos gobiernos –particularmente, radicales, populistas, autoritarios– se resisten a profundizar los cambios en el orden mundial y se tornan soberbios e intransigentes en la defensa de su soberanía y autodeterminación.

Los problemas sistémicos se incrementan y afectan al conjunto de los miembros; tal es el caso de las crisis financieras globales o cualquier virus, que puede poner en riesgo la vida humana y se desplaza sin limitaciones por las fronteras entre los países. El deterioro de la capa de ozono ilustra claramente la compleja situación, se deteriora en un punto específico, pero las negativas consecuencias pueden afectar a la humanidad en su conjunto.

Cada día se aprecia con mayor rigor que los problemas globales, exigen soluciones globales; que deben seguir el camino del diálogo, la negociación y la cooperación; empero, también se requiere de una mayor efectividad; es decir, que los acuerdos globales tengan un carácter vinculante; que incluyan incentivos que faciliten el cumplimiento, mecanismos de alerta temprana para la acción urgente, de equidad a favor de los más débiles e incluso la posibilidad de activar sanciones frente a los irresponsables.

Además de los acuerdos de gobiernos, con efectos más contundentes, otro elemento fundamental para dinamizar los cambios en el contexto mundial, tiene que ver con el comportamiento de los ciudadanos. Un actor con poder creciente en el escenario internacional, que puede ejercer presión para la adopción de los cambios; pero también promover iniciativas y, lo que es más importante, representa el núcleo fundamental para el cumplimiento de los compromisos suscritos por los gobiernos.

Desde tal perspectiva, apreciamos cómo progresivamente se está desarrollando una ciudadanía organizada a escala global; es decir, la conformación de una compleja, pero interesante, sociedad civil internacional, que aprovechando las oportunidades que ofrece la figura de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), puede llegar a desempeñar un papel decisivo para la promoción y consolidación de los cambios.

Naturalmente no es un proceso fácil, en un contexto donde los gobiernos asumen el protagonismo y, en su mayoría, estiman que deben mantener el monopolio de la acción en el plano internacional; empero, la acción constante y creativa va generando resultados. El Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, que ha recibido un premio Nobel por su labor, representa un claro ejemplo del papel que puede jugar la sociedad civil organizada en el contexto internacional.

Adicionalmente, conviene resaltar que el cumplimiento final de la gran mayoría de los compromisos internacionales que asumen los gobiernos, si bien debe cumplir con formalidades jurídicas nacionales, en esencia tiene que ver con la conducta que asumamos como individuos y ciudadanos.

El tema ecológico es claramente ilustrativo. En el deterioro del ecosistema todos tenemos una cuota de responsabilidad y cada uno debería asumir el compromiso de las soluciones, lo que inexorablemente conlleva un cambio de patrones sociales y conductas individuales. El consumo despilfarrador y depredador de los recursos naturales y de los equilibrios del ecosistema, tiene mucho que ver con las políticas públicas, pero también con nuestra acción individual.

Los avances en la normativa de los derechos humanos a escala mundial también constituyen otro ejemplo de las transformaciones que se requieren para la construcción de una gobernabilidad más eficiente y equitativa. Recordemos que son de carácter universal y no prescriben; en consecuencia, de todos los países se espera su obligatorio cumplimiento; empero, los gobiernos autoritarios lo rechazan y trabajan para modificar los avances alcanzados.

Un objetivo central en la estrategia de los gobiernos autoritarios tiene que ver con el debilitamiento y, de ser posible la eliminación, del carácter vinculante de la normativa internacional e impedir la conformación de un orden internacional profundizado. Parte de la estrategia contempla formar parte del limitado número de países miembros rotativos del Consejo de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas y, desde adentro, debilitar progresivamente la institución.

En ese contexto, el retiro de Donald Trump de Consejo, solo contribuyó a facilitar la negativa labor de tales países. No significa que Estados Unidos tenga de forma individual la capacidad de dinamizar el Consejo, el hecho es que un gobierno democrático que se retire, conlleva un éxito para los gobiernos autoritarios. Resulta fundamental la presencia de los gobiernos democráticos en el Consejo y su permanente y activa coordinación.

La Corte Penal Internacional (CPI), un tema que Venezuela está acaparando especial relevancia en los últimos días, es una organización que enfrenta el rechazo de los gobiernos con orientación autoritaria. Conviene recordar que la CPI representa una amenaza directa contra los individuos que, en el ejercicio del poder, desarrollan una sistemática violación de los derechos humanos.

Para avanzar en los cambios, como cuídanos y como conjunto social deberíamos trabajar en la transformación de los patrones de consumo despilfarrador y las prácticas de discriminación y exclusión social. En la construcción de los nuevos esquemas de organización, los gobiernos deberían ser guías, promotores y orientadores; pero el cumplimiento efectivo depende de nuestra actitud individual, como consumidores y ciudadanos.

Para los gobiernos autoritarios, indiferente de su tendencia, rechazan un orden internacional profundizado caracterizado por compromisos internacionales vinculantes, es decir de obligatorio cumplimiento; la existencia de mecanismos de control y supervisión y, más grave aún, la posibilidad de aplicar sanciones. Tampoco toleran el papel activo de la sociedad civil y de un ciudadano consciente y protagónico; toda vez que representan serias amenazas para su existencia.

En este contexto la lección indica que debemos organizarnos como parte de la sociedad civil internacional y además asumir una actitud proactiva como individuos, para lograr incidir más efectivamente en el contexto internacional y promover un orden más humano y equitativo.

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