Por Alejandro Alvárez Iragorry
Es posible creer que se tiene una idea al menos somera de las razones políticas y sociológicas que llevaron al pueblo brasileño a elegir a un candidato representante de la ultraderecha como presidente de su país.
Pero, alegrarse por ello, aquí en Venezuela, es no entender las graves implicaciones y amenazas que tendrá esta elección sobre la institucionalidad democrática, los derechos humanos e incluso el equilibrio ambiental, no sólo en Brasil, sino en toda Latinoamérica. Las claras y directas declaraciones dadas por el ahora electo presidente de Brasil al respecto de estos temas no deja lugar a dudas sobre su talante.
Es preocupante que este entusiasmo nazca del odio creciente en Venezuela por toda propuesta y persona que suene a izquierda, ello como producto de la crisis humanitaria venezolana generada por el gobierno nacional. Odio que nos puede cegar e impedir ver la realidad con prudencia, responsabilidad e incluso con temor.
Tal situación es triste porque, por una parte, el odio es el triunfo del chavismo, y por otra, es un engaño seguir creyendo en que los problemas del mundo se limitan a una guerra maniquea entre la “izquierda” y la “derecha”, en la cual uno son los “buenos” y otros “los malos”.
Ya la política global no puede ser entendida según preferencias por gobiernos de derecha o izquierda, sino desde el punto de vista de gobiernos defensores de la democracia y los derechos humanos contra gobiernos autoritarios y represivos (sin importar sus máscaras ideológicas)
Siento mucha tristeza y preocupación por el futuro de nuestra región permanentemente sometida a este pendular entre gobiernos extremistas, lo que nos aleja cada día más de la democracia real y nos empujan a una africanización de nuestros países. Lo digo porque muchos pueblos del África han sufrido y sufren de pobreza, hambre y muerte no sólo a causa de la ineficacia de sus gobiernos, sino principalmente por las guerras y crisis derivadas del extremismo político y religioso.
A todos mis amigos brasileños mi solidaridad y apoyo en defensa de su democracia hoy amenazada. Espero que los políticos de su país reflexionen y logren entender la importancia de dejar de defender sus parcelas de poder y comenzar a defender los derechos de todos sus ciudadanos.
Asimismo, en este momento, los ambientalistas debemos prepararnos para actuar de manera eficaz y coordinada con todos las organizaciones regionales para actuar frente a un nuevo y poderoso “desarrollismo” que destruirá, aún más, la selva amazónica y todos sus ecosistemas asociados.
Espero estar profundamente equivocado.
Fuente: eltuquequecantor.blogspot.com