Por Félix Arellano
El enfrentamiento entre el expresidente Evo Morales y su pupilo Luis Arce actual presidente de Bolivia ha llegado al nivel de ruptura, con inevitables consecuencias para la gestión de gobierno, para el liderazgo del partido de Gobierno Movimiento Al Socialismo (MAS); pero, con interesantes perspectivas para el sistema democrático boliviano, toda vez que se debilita el autoritarismo hegemónico que ha forjado Evo Morales y se abre oportunidades para una democracia más competitiva e incluyente.
Conviene recordar que Luis Arce fue el ministro de economía y finanzas publicas estrella (2006-2017) durante la presidencia de Evo Morales, que hizo posible que el país creciera, no obstante, el discurso radical anti sistema del presidente Evo. Logrando el respeto del sector económico tanto nacional, como internacional. Incluso, autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI) reconocieron su gestión (France 24, 22/10/2020).
La soberbia de Evo Morales lo llevo a intentar una tercera reelección presidencial; no obstante, el rechazo popular que se había expresado en una consulta previa (21 de febrero del 2015) y violentando la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, situación que culminó con su salida abrupta del poder y del país y la conformación el nuevo Gobierno interino presidido por la Sra. Janine Añez.
El Gobierno interino, con el respaldo del poder legislativo, convocó a unas nuevas elecciones (2020) y Evo, desde su exilio en Argentina, controlando el partido MAS, impuso la candidatura de su pupilo Luis Arce, quien logra un triunfo contundente. Pero el delfín, con un liderazgo que estima propia, inicia una gestión que lo va desligando de su mentor, un proceso que inicia desde que Arce asume el poder y designa en su equipo de gobierno, algunas personas que Evo Morales rechaza públicamente.
El expresidente Evo, con su discurso crítico del Gobierno, va marcando las diferencias y propiciando una potencial ruptura. El cuestionamiento va escalando y se hace común el comentario que el presidente Arce utiliza el aparato del Estado en su contra.
La dura posición del expresidente propicia la progresiva conformación de dos bandos bien marcados dentro del partido, situación que se va reproduciendo en las diversas organizaciones sindicales y gremiales, en las que tiene influencia el partido MAS.
La potencial ruptura entre ambos líderes se va presentando con mayor intensidad en el marco del órgano legislativo, la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) de Bolivia, pues los representantes del MAS afines al expresidente Evo, se van sumando a las iniciativas de la oposición democrática, para lograr las mayorías necesarias para obstruir la gestión del presidente Arce.
Uno de los casos ilustrativos de tal situación, ha sido el apoyo de los diputados evistas a la propuesta de los partidos de la oposición, para aprobar el voto de censura contra Eduardo Castillo Ministro de Gobierno, que el presidente Arce ha rechazado.
La agresividad del discurso crítico de Evo Morales ha llegado a incluir ataques por presunta corrupción contra el entorno más cercano del presidente Arce, incluyendo a su hijo Marcelo Arce Mosqueira quien, además de ser funcionario de la empresa estatal de hidrocarburos de Bolivia (YPFB), promueve proyectos para la inversión extranjera, particularmente en el gas y el litio. Producto de las denuncias del expresidente y su comando, la Fiscalía ha abierto una investigación contra el joven Marcelo Arce.
Ahora bien, podríamos afirmar que la ruptura se ha consumado, en el marco de la celebración del décimo congreso del partido MAS, en la ciudad de Cochabamba, centro de operaciones del expresidente, el pasado mes de octubre. El presidente Arce y sus aliados que han conformado el llamado “Pacto Unidad”, rechazaron el congreso y se negaron a participar.
Ante la ausencia del presidente, el congreso, controlado por el expresidente, ha decidido expulsar de sus filas, tanto al presidente Arce, como al vicepresidente David Choquehuanca y, adicionalmente, aprobar por unanimidad la candidatura de Evo Morales para las elecciones que están previstas para el 2025.
La gran mayoría de las instituciones públicas enfrentan la polarización de las dos facciones del partido de Gobierno; por eso, en estos momentos, la gran incertidumbre se concentra en la reacción de los órganos electorales y el poder judicial, para procesar la inscripción de Evo Morales, como candidato de un grupo del partido MAS. Los adeptos al expresidente han prometido una reacción colosal en caso de ser rechazada la solicitud de inscripción.
La ruptura del bloque en el poder está afectando principalmente al presidente Arce, que está enfrentando serios obstáculos, en particular en el órgano legislativo; sin embargo, constituye una interesante oportunidad para fortalecer el sistema democrático boliviano. En todo caso, limita la tendencia autoritaria que ha desarrollado el expresidente Evo Morales, tano en el ejercicio del poder, como en el control del partido.
Esperemos que la oposición democrática boliviana, afectada por la fragmentación, el personalismo y la visión de corto plazo; logre aprovechar la ventana de oportunidades que abre la ruptura en el oficialismo, lo que será posible si logran entender que la unidad es el camino para la consolidación de la democracia.