Alfredo González Núñez
Honduras, el mundo y los indígenas no perdimos a Berta Cáceres. Aunque su vil asesinato la separe físicamente de sus luchas a favor de los derechos humanos y de nuestra Madre tierra, las balas de sus cobardes asesinos hoy son un megáfono que grita a todos los seres humanos el deber que hemos incumplido con nuestra pacha mama y que BERTA cumplió fielmente como parte del compromiso cosmogónico que todos tenemos como hijos de la tierra
Ayer la Premio Medioambiental Goldman (máximo reconocimiento mundial para defensores del medio ambiente) dejó de respirar el aire a manos de asesinos que representan a todos los factores que anteponen intereses económicos por encima de la vida misma, solo garantizada por la conservación de nuestros recursos naturales y nuestros territorios.
Líder indígena del pueblo Lenca de Honduras, Berta no tenía que cumplir los requisitos para ser víctima de la violencia en Honduras, uno de los países más inseguros del mundo. Mujer, defensora indígena, activista de los derechos humanos, ambientalista y opositora gubernamental. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) había obligado en 2009 al Estado de Honduras a otorgarle protección policial por las frecuentes amenazas contra su vida como veterana lideresa del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras. Medida que no fue cumplida por el Estado hondureño.
Cerca de la una de la madrugada de este jueves, unos desconocidos entraron en su casa en una colonia de la ciudad de La Esperanza, cabecera del suroccidental departamento de Intibucá, y la asesinaron.
Berta Cáceres, fue la principal promotora de una campaña contra la construcción de una represa hidroeléctrica en el Río Gualcarque, lugar sagrado para la etnia Lenca, logrando que la mayor constructora de represas a escala mundial, Sinohydro, desistiese de su participación en el proceso debido a la resistencia de las comunidades indígenas al proyecto liderados por Berta.
Hoy su voz retumba en cada rincón del planeta advirtiendo a todo el mundo pero especialmente a nosotros los indígenas del deber moral, cosmogónico y ético que tenemos frente a la tierra, esta tierra que Maleiwa nos permitió tener como madre y la que nuestros ancestros y dioses ofrendaron un estilo de vida armónico y sustentable para garantizarnos, y a las futuras generaciones, un espacio para desarrollarnos plenamente y por el que ayer Berta ofrendó su vida al ver que esta aspiración ancestral durante los últimos años cada vez es mas sombrío. La voz de Berta hoy grita en la eternidad como recordatorio de que nuestra Pacha mama muere lentamente frente a nuestra indiferencia.
Alfredo González Núñez es líder Wayúu Uliana. Egresado del Programa Liderazgo para la Transformación de CAF- Gumilla.