Nos congratulamos de este reconocimiento a un Papa, que ha podido quedar desapercibido tras la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II. Pues Pablo VI fue el timonel que llevó adelante el Concilio Vaticano II, que inauguró Juan XXIII y que posteriormente tuvo que desplegar Juan Pablo II.
Fue el primero en iniciar los viajes internacionales –desde Tierra Santa, pasando por América Latina en Medellín y llegando a los confines asiáticos en Filipinas– y sobre todo en abrir la sensibilidad por los países en desarrollo. La Encíclica “Populorum Progressio” es sin duda el documento eclesial del siglo XX que más impactó el continente latinoamericano y contribuyó a partir de la Conferencia de Medellín, inaugurada por él, a fomentar el pensamiento de la teología de la liberación.
En esa misma línea el documento “Evangelium Nuntiandi”, sirvió para sentar las bases teológicas de la integración de la Fe y la Justicia en un mundo de diferencias crecientes entre países desarrollados y subdesarrollados.
Su Encíclica “Humanae Vitae”, mal acogida por la opinión pública, abrió, sin embargo, un debate mundial en el seno de la Iglesia, como nunca lo había habido anteriormente, y cuyos frutos se están decantando en el actual Sínodo de la Familia.
De alguna manera ya en la Encíclica “Ecclesiam Suam” establece las bases de su línea programática basada en el diálogo personal y social en un mundo cada vez más conflictivo y diversificado.
En su homenaje ofrecemos la referencia de un artículo del P. Luis Ugalde s.j., donde valora la Encíclica “Populorum Progressio” a los diez años de su publicación
http://gumilla.org/biblioteca/bases/biblo/texto/SIC1977393_122-124.pdf