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Barinas y la oportunidad de oro

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Por Rafael G. Curvelo *

Repasemos los antecedentes…

Cuando el 21 de noviembre en la noche, llegaron los primeros resultados electorales y, más aún, cuando anunciaron los datos que llegaban de Barinas, a nadie se le pasó por la cabeza que pudiera darse una repetición de esas elecciones, sobre todo, cuando el potencial ganador, había logrado que le levantaran la inhabilitación que tenía por la Contraloría, a través de una negociación política.

El lunes 29 de noviembre, estando todavía en zozobra el resultado electoral en Barinas, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) había ordenado la paralización del recuento de votos y la adjudicación; en la noche, emitía la orden de repetir las elecciones para gobernador. ¿La razón? El posible ganador, Freddy Superlano, dirigente de Voluntad Popular, tenía una inhabilitación en la Contraloría General de la República (CGR), así como averiguaciones abiertas a nivel administrativo y penal. Dicha acción fue interpuesta por Adolfo Superlano (que no guarda vínculo consanguíneo con el otro Superlano), candidato también a la gobernación y cuestionado dirigente político por su relación con el denominado alacranato.

Desde el Consejo Nacional Electoral (CNE) se dieron las primeras fricciones entre los rectores: Roberto Picón y Enrique Márquez, consideraron la medida como una violación a la autonomía del Poder Electoral y salvaron su voto en el directorio que se sometió a la decisión judicial. Incluso, sectores más radicales de la oposición exigían a los rectores que renunciaran al organismo electoral, cosa que prefirieron ignorar y avanzar en la construcción de confianza hacia el árbitro político.

Con el panorama parcialmente definido de cara al 9 de enero, la oposición comenzó a buscar un posible consenso para enfrentar al chavismo en un bastión clave: Barinas. En vista del impedimento que tiene Freddy Superlano, se buscó una opción ya usada antes: el de la esposa del candidato. Sin embargo, poco tiempo después se percataron de que Aurora Silva de Superlano también tiene una inhabilitación, aún cuando ella nunca ha ejercido cargos dentro de la administración pública. Al final la decisión terminó favoreciendo a quién había sido electo diputado ante el Consejo Legislativo de Barinas: Sergio Garrido, quien recogió el consenso no solo de los partidos del denominado “G4”, sino también de organizaciones emergentes como: Unión y Progreso, Centrados, Lápiz y UPP89, así como el apoyo de organizaciones más tradicionales como el MAS y Avanzada Progresista.

Dentro del chavismo la cosa no resultó tan fácil. Luego de los resultados y una potencial derrota, frenada por la justicia, Argenis Chávez, hermano del fallecido Hugo Chávez, tomó la decisión de declinar a su candidatura y que el PSUV decidiera la mejor opción para garantizar el triunfo en Barinas. Dicha organización se decantó por alguien cercano a los Chávez, pero que no generará rechazo en las bases oficialistas, recayendo esa responsabilidad en Jorge Arreaza, otrora vicepresidente y canciller de la república.

Definidos los candidatos de los dos grandes bloques en disputa, solo faltaba por saber qué definiría la Alianza Democrática, siendo su decisión una sorpresa, ya que escogieron como su abanderado al reconocido dirigente político Claudio Fermín. Su mérito para ser candidato a gobernador por Barinas: haber nacido allí, aun cuando desde hace tiempo no tiene arraigo alguno con esa región.

Un punto clave: la campaña electoral

Por primera vez en la historia electoral venezolana, llegábamos a las fiestas decembrinas con una campaña en plena ebullición. Tanto la oposición como el Gobierno lo dieron todo para demostrar fuerza en Barinas. Fue evidente que la región se convirtió en el epicentro político del país, donde las grandes figuras nacionales fueron a darle el apoyo a alguno de los aspirantes a la gobernación.

El partido de gobierno y sus aliados dejaron en evidencia el control que tienen sobre los recursos del Estado: se vio una mejoría en la zona, se surtía gasolina sin inconvenientes, no hubo fallas de electricidad, el gas se distribuyó sin problemas y se repartió comida, electrodomésticos y cualquier cosa que fuera necesaria para captar el voto en favor de Jorge Arreaza. Todo eso sin contar las innumerables veces que, desde los medios públicos, se promocionó la candidatura oficial sin decoro alguno.

Lo anterior fue tan evidente, que el rector del CNE, Roberto Picón, tuvo que realizar una denuncia en las Redes Sociales, mostrando las veces que el PSUV había violado la ley electoral. Aunque dicha denuncia cayó en saco roto, demostraba la necesidad de buscar un mayor control en el uso de los recursos del Estado para beneficiar a ciertos candidatos.

En la oposición, que nuevamente iba divida y generaba ciertos temores, ante un posible triunfo del chavismo, la cosa se vió más austera: recorridos en las poblaciones, casas por casas, algunos eventos masivos y el exhorto a participar en el proceso electoral para, nuevamente, darle una derrota al sector oficial. Los mensajes de ambos sectores opositores tenían públicos específicos: por un lado Sergio Garrido, se mostraba acompañado de Freddy Superlano y otros líderes nacionales como David Uzcátegui, Carlos Prosperi, Juan Pablo Guanipa o Carlos Ocariz, mostrando una unidad recompuesta y hasta con nuevas energías, lo cual generaba en el ciudadano nuevas expectativas y abrigaba esperanzas de un potencial triunfo electoral. En cambio, Claudio Fermín, mostraba la cara de una Alianza Democrática algo desgastada, con ciertos liderazgos cuestionados como Bernabé Gutiérrez y Timoteo Zambrano, así con un mensaje algo tímido contra el Gobierno, pero muy cuestionador hacia el otro sector opositor.

Pasadas las fiestas, entrados en el año nuevo y en puertas de unas elecciones extraordinarias, las cartas estaban echadas y todo podía pasar en un proceso, donde todos habían puesto la carne en el asador.

Resultados, acciones posteriores y posibles consecuencias

El domingo 9 de enero, en medio de la recarga de energías por las vacaciones de fin de año, muchos tenían los ojos puestos en el resultado electoral de Barinas. Las dudas rondaban las cabezas del liderazgo político y los análisis ligeros circulaban por las redes sociales.

Ya entrada la noche, la expectativa crecía. Nadie daba nada por asegurado hasta que Jorge Arreaza publicaba un trino, donde reconocía la derrota antes de que el CNE diera los resultados oficiales:

Barinas querida. La información que recibimos de nuestras estructuras del PSUV indican que, aunque aumentamos en votación, no hemos logrado el objetivo. Agradezco de corazón a nuestra heroica militancia. Seguiremos protegiendo al pueblo barinés desde todos los espacios.

Unas palabras que retumbaban en todos lados y asomaban una característica diferente dentro del chavismo: el aprender a perder de forma democrática, con una declaración valiosísima, si comprendemos la cercanía del alto dirigente con el difunto Hugo Chávez.

Dentro de la oposición la sorpresa fue mayor, cuando llegaron los resultados oficiales: Sergio Garrido le sacaba 14 puntos de ventaja a Arreaza, algo impensable para muchos, más cuando el Gobierno había invertido tiempo y recursos durante la campaña. Además, demostraba una gran diferencia con el resultado del 21 de noviembre, donde según datos extraoficiales, la diferencia entre Freddy Superlano y Argenis Chávez no superaba un punto.

Y, aunque para muchos suena increíble, desde el Gobierno nacional hubo el reconocimiento del triunfo de la oposición, tanto así que el 13 de enero, Nicolás Maduro recibió en el Palacio de Miraflores a Sergio Garrido, como gobernador del estado Barinas. Un encuentro muy similar al que ocurrió con los gobernadores Morel Rodríguez, Alberto Galíndez y Manuel Rosales, pero siendo el caso de Garrido muy simbólico, por su carga emocional e institucional, en un país donde este tipo de eventos se han vuelto extraordinarios.

En la oposición se comienza a generar un consenso sobre la importancia del voto, a pesar de las dificultades que impone el Estado. El Gobierno luce derrotable en el campo electoral, lo que no significa que esté débil políticamente, pero sí muestra un rostro “más democrático”, que esperemos se mantenga e incluso mejore de cara a los próximos procesos electorales: elecciones presidenciales en el 2024. Sin descartar la posibilidad de activar un Referéndum Revocatorio durante el 2022.

El tema nodal para las fuerzas que adversan a Nicolás Maduro está en definir cuál estrategia y ruta tomar: activar el mecanismo del Revocatorio este año es una propuesta que presentan connotados líderes como Nicmer Evans y César Pérez Vivas, pero la contrapropuesta de otros como Manuel Rosales, es la de organizar a la oposición de cara al 2024.

Existe el aliciente y se debe mantener, pero lo fundamental ahora es que las diferentes fuerzas políticas decidan el rumbo que debe tomar el país, no solo en lo electoral, sino también en lo social; aún más cuando la gente reclama al liderazgo falta de empatía y solidaridad ante los grandes problemas de la vida pública.

Ojalá y lo de Barinas sea un punto de arranque para la reconstrucción en la oposición y para el reconocimiento con el chavismo. Venezuela necesita acuerdos para garantizar una estabilidad duradera.


*Analista político. Coordinador de la iniciativa Unión por Venezuela. Miembro del Consejo de Redacción de la Revista SIC.

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