Antonio Pérez Esclarín
La situación entre bajones y apagones resulta insoportable, muy estresante. Uno vive en una zozobra permanente sin saber cuándo llegará el próximo apagón o si será momentáneo o de larga duración. Son ya muchas las noches sin dormir, o mal durmiendo un rato, con ese calor insoportable. Son también muchos los días en que se va varias veces. Ya ni descansar podemos. Está uno en la casa tratando de distraerse un rato viendo la televisión, se va de repente la luz y le sube a uno un grito de rabia a la garganta, sin saber qué hacer ni las horas que durará el apagón. Y eso sin nombrar los corre-corre para apagar los aires y aparatos eléctricos no vaya a ser que se quemen las unidades cuando vuelva la luz.
A mí, ya se me ha quemado la unidad de un aire acondicionado y de una nevera. ¿Quién me responderá por ellos? Dados además los altos precios y la miseria de nuestros sueldos, me ha sido imposible arreglarlos. Y yo nunca he disfrutado de esos beneficios de Casa bien equipada ¿A quién culparán ahora cuando ya pasaron de moda las iguanas y zamuros? ¿Al sabotaje? ¿Por qué no aceptan de una vez su incompetencia y su irresponsabilidad? Sr. Gobernador, no siga pagando páginas en los diarios diciendo que están resolviendo el problema cuando uno experimenta que cada día está peor. Hable cuando el problema esté resuelto de una vez. Pero no nos siga engañando o sembrando falsas esperanzas. .
El problema con la electricidad es expresión del colapso general del país. Después de casi 20 años de intentar construir un mundo nuevo, un socialismo igualitario y eficiente, una sociedad de la felicidad y la abundancia, y de haber malgastado miles y miles de millones de dólares, nada funciona. El aparato productivo está por los suelos; las fincas expropíadas sólo producen lástima; las empresas estatizadas dan pérdidas; pdvsa va palo abajo; batimos el récord mundial en inflación, inseguridad y tal vez en corrupción; aumenta el hambre y la escasez; no se consiguen bolívares y muchísimo menos dólares; volvieron enfermedades hace años erradicadas; la gente se muere por falta de medicinas y atención en los hospitales; calles y carreteras parecen salidas de un bombardeo; los basureros son los comedores de muchos; la internet es la más lenta del continente; viajar está resultando una aventura impredecible tanto por aire como por tierra: varias líneas aéreas internacionales se han marchado del país y cada día disminuyen los vuelos nacionales. Los autobuses exigen un efectivo que no existe y tienes que sufrir requisas humillantes o, en el peor de los casos, robos o asaltos.
Cuando los del Gobierno presentan los logros, hablan del número de pensionados, algo que en principio parecería maravilloso ¿pero para qué les sirve a los viejitos esa pensión de bolívares devaluados, que cobran después de horas de cola y no les alcanza ni para comprar un pollo? Siguen hablando de educación de calidad sin mencionar los niveles de deserción de profesores y alumnos hasta el punto que las escuelas se están quedando vacías, con lo que está en peligro ya no la calidad, que nunca hubo, sino la propia educación. Nos hablan también de los enormes beneficios de la Gran Misión Vivienda, pero ¿qué trabajador o profesional universitario puede aspirar a una vivienda propia mediante su trabajo y esfuerzo, cuando ni siquiera gana para comer y mucho menos para mantener un carro?