Jesús María Aguirre s.j
Google con su particular estilo de sabelotodo ha incluido la siguiente nota en sus informaciones: “Este martes 4 de octubre de 2016 Google se ha encargado de recordarnos que es el 434º aniversario de uno de los ‘viajes en el tiempo’ más peculiares que se han vivido en la Tierra. Los días del 5 al 14 de octubre de 1582 desaparecieron del calendario para efectuar una corrección. La gente se fue a dormir el día cuatro y se despertaron el día 15. Aunque había una buena causa para ello. Se hizo para implantar el calendario Gregoriano y subsanar uno de los grandes errores que dejó Julio César con su forma de medir el tiempo”.
Dejemos de lado ahora el largo recorrido histórico de ese calendario debido sobre todo a Julio César y las divergencias con los ortodoxos, para aclarar que, cuando en 1582 el Papa XIII se percató de este fallo gracias a unos estudios de la Universidad de Salamanca*, fue el jesuita Christopher Clavius , profesor de matemáticas del Colegio Gregoriano de Roma, el que implementó los cálculos para su corrección. Según nos explica el P. Pedro Cartaya, s.j. en su breve biografía:
“Para sus contemporáneos, Clavius fue considerado el Euclides de su tiempo, no sólo porque tradujo sus obras sino por las investigaciones que realizó consideradas importantes en su tiempo. Hasta Galileo acudía a él para validar sus observaciones del telescopio a pesar de su firme adhesión a la teoría ptolemaica. Pero Clavius, de mente abierta, fue capaz más adelante de rectificar sus errores e incorporar la teoría de Copérnico a su concepción astronómica”.
De ahí en adelante los países católicos implantaron el calendario gregoriano desde el primer momento, pero los protestantes, anglicanos y ortodoxos tardaron en ver sus ventajas. No eran partidarios de seguir los pasos de los católicos, pero paulatinamente acabaron cediendo la mayoría. Inglaterra fue de los países más remolones y hasta 1752 no se adaptó del todo. Al Reino Unido le cuesta históricamente adaptarse a Europa, más si los vientos vienen de Roma.
*Había un error acumulado de aproximadamente 10 días que descuadraban. La principal preocupación de entonces era que la Semana Santa no se moviera de estación con el paso de los siglos. No se imaginaban a las generaciones venideras comiendo la mona de pascua, el potaje de vigilia o las torrijas con el calor abrasador del verano.