El informe dado a conocer por el Fondo Mundial para la Naturaleza tiene un claro mensaje: es tiempo de actuar en defensa del medio ambiente, y no hay alternativa al uso de energías renovables
Irene Ruiz Baños
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) dio a conocer su reporte Planeta Vivo 2016 sobre el impacto del ser humano en la salud del medio ambiente global. En su mayoría las conclusiones del documento son desalentadoras. Los espacios de biodiversidad en el mundo continúan su tendencia a la baja, mientras el uso creciente de los recursos naturales daña importantes ecosistemas.
El WWF también subraya que, según la comunidad científica, entramos en una nueva era geológica: el llamado antropoceno. Es la época en la cual “el clima cambia rápidamente, crece el nivel de ácidos en los océanos, y biomas enteros (de los llamados paisajes bioclimáticos) desaparecen a un ritmo perceptible, a lo largo de lo que podría ser una vida humana”, dice el WWF.
Pero en lugar de rasgarnos las vestiduras, la conclusión general es que urge emprender acciones al respecto. La humanidad debe aprender a controlar su creciente población, así como a proteger la naturaleza amenazada y enfrentar alteraciones climáticas inesperadas que podrían ser devastadoras. No hay lugar para el pánico. El reporte también asegura que “hay lugar para ser optimistas”.
“Si somos capaces de llevar a buen término las transiciones críticas que son necesarias, la recompensa sería inmensa”, indica el reporte.
Lo principal es la biodiversidad
El Índice Planeta Vivo evaluó información estadística de casi 4.000 especies de vertebrados, a lo largo de las últimas tres décadas. De 1970 a 2012, la población de vertebrados en general ha decrecido un 58 por ciento. En promedio, la disminución de esta población ronda el dos por ciento anual.
Este fenómeno se debe principalmente a actividades del ser humano. La pérdida o degradación del hábitat es señalada como la amenaza principal, y aparentemente es impulsada por cuestiones como la extracción de recursos en forma de minería o deforestación, pero también por agricultura no sustentable o desarrollo residencial. La sobreexplotación de especies en formas tanto directas –caza furtiva, por ejemplo- como indirectas constituye otro riesgo primario para la biodiversidad. Completan la lista factores como la polución, las especies invasivas, las plagas y, por supuesto, el cambio climático.
“Capital natural”
El llamado “capital natural” de la tierra, es decir, los recursos naturales de los cuales subsiste el ser humano, no se ha podido recuperar a un ritmo suficientemente rápido de la presión ejercida por una población humana creciente a lo largo de las últimas décadas. El WWF llama a este fenómeno “la gran aceleración”.
Ya en 2012, hubieran sido necesarios 1.6 planetas como el nuestro para abarcar el consumo de ese año. “Exceder la biocapacidad de la tierra en tal grado solo será posible a corto plazo”, advierte el WWF.
El primer paso para hacer frente a esta situación, según el WWF, consiste en estar conscientes del impacto que provocan nuestras acciones cotidianas. Además, urge reflexionar sobre las causas que subyacen en ese impacto negativo. La única forma de alcanzar las metas de la Agenda 2030 para el desarrollo sustentable es combinar esfuerzos ciudadanos con un mayor compromiso por parte de las empresas, así como políticas públicas más decididas a favor del medio ambiente.
Más aún, la transición global hacia la sustentabilidad solo podrá ocurrir a través del uso de energías renovables. Y en esto, dice el WWF, no tenemos alternativa.
Fuente: http://www.dw.com/es/planeta-vivo-2016-a%C3%BAn-estamos-a-tiempo/a-36178504