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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.
Crédito: Wesly Pacheco

En una entrevista concedida a la revista SIC, el padre Arturo Peraza, s.j., nuevo rector de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), reafirma el compromiso que mantiene esta casa de estudios frente a la realidad venezolana actual. El abogado, doctor en Ciencias Políticas, exprovincial de la Compañía de Jesús en Venezuela y exdirector de esta revista, comparte sus reflexiones acerca de las claves para lograr una reconstrucción nacional sin abandonar la esperanza, una apuesta de largo aliento que, para él, sigue viva en el accionar de los venezolanos

Por Juan Salvador Pérez

— El padre Arturo Sosa, s.j., ante la Asamblea de la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU), realizada en agosto de 2022 en el Boston College, hablaba de tres cepas de virus con variantes contagiosas: la fragmentación, la superficialidad y la instrumentalidad. ¿Cómo la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), hoy, trata de atender esos tres virus para ayudar a las almas ignacianas?

Yo creo que el plan estratégico es importante para la universidad como una manera de unificar un proceso, darle profundidad y generar un norte dentro de la experiencia universitaria. Con los ejes estratégicos de “conectar, diversificar y calidad con sustentabilidad”, se genera en la comunidad universitaria, en todo su personal administrativo, docente, directivo y estudiantil, un horizonte compartido que evita esa fragmentación y, particularmente, el problema de la mera superficialidad.

La visión de una formación integradora, transversal, que enriquezca al estudiante desde distintas perspectivas, e incluso el ejercicio de la investigación y la extensión con una visión interdisciplinaria, que integre particularmente el tema de las humanidades, hacen que esta sea una universidad marcada por la dimensión humanística. Esto no le quita papel a la tecnología, pero esta requiere ser leída desde las humanidades porque están al servicio de las personas.

Esa interdisciplinariedad que intenta ser un diálogo entre tecnología, humanidades y teología —que también dispone esta universidad—, busca justamente una visión integral y creo que eso es lo que nos permite tener profundidad en lo que estamos planteando.

Esto especialmente tiene importancia en el contexto de nuestro país, porque no le estás hablando solamente a un mapa global, abstracto, donde daría igual si esta universidad estuviera en Estados Unidos, Europa o cualquier otro país latinoamericano. La UCAB tiene muy claro que tiene un contexto desde el cual está dialogando con ese conjunto de realidades, y es la preocupación por el país, constantemente manifestada en nuestra carga académica, en las clases y los cursos, en lo que hablan los profesores, etcétera, lo que nos proporciona un canal particular, y la situación venezolana nos permite calar hondo porque no es fácil, sencilla, ni común, y eso nos obliga a tener responsabilidad respecto a la misión que nos toca en este contexto país.

Crédito: Wesly Pacheco
Crédito: Wesly Pacheco

— Este proceso, entonces, requiere de una formación de liderazgo, no nada más empresarial o intelectual, sino concretamente liderazgo político. ¿Cuál es el estado de la formación política en la UCAB?

— Yo hablaría de liderazgo ciudadano, que para mí es un tema clave porque evidentemente integra al liderazgo político, pero también a los demás elementos. Por ejemplo, actualmente estamos llevando a cabo una actividad en la que estamos premiando a emprendedores, tanto de comunidades populares como de estudiantes. Yo siento que allí hay un lenguaje de un nuevo país.

No podemos seguir en la versión de un país que instalaba una burocracia política que tenía una visión y lo dirigía sobre la base de que poseía una renta petrolera que orientar sobre la población. Ese país debemos progresivamente superarlo, lo que no significa que el petróleo se acabó, se trata del modelo.

Se requieren más personas involucradas en actividades de corte social. Me encanta ver a egresados y a mucha gente vinculada a experiencias comunitarias donde se están levantando procesos de emprendimiento, acciones sociales, encuentros de ciudadanía y diálogos por la paz. Para mí eso es acción política, eso es la polis.

Ahora bien, respecto a la vocación por la dirección política, o al tema del poder en sí mismo, esta es una de las pocas universidades que aún tiene elecciones estudiantiles, donde existe participación y que tiene un movimiento estudiantil vivo. Yo sí creo que este movimiento estudiantil es muy distinto al del 2017 o al del 2007, que también conocí, porque las condiciones del país son otras y los chicos están respondiendo de manera distinta y autónoma a un contexto que ellos ven de manera diferente. Pienso que en términos políticos vamos a tener mucha diversidad, y la universidad fundamentalmente acompaña; nosotros no queremos imponer un modelo político o una visión política exclusiva, sino un conjunto de principios, esencialmente de ciudadanía y democracia.

— Psicodata revela una situación importante de daño antropológico y de vulnerabilidad psicosocial en los venezolanos. ¿Cómo desde la UCAB se puede colaborar y trabajar en retomar la esperanza y la confianza en la ciudadanía?

— Es indudable que Psicodata evidencia una ruptura en el tema de la confianza, cuando yo sí creo que, si algo la caracterizaba a la sociedad venezolana, era la actitud de puertas abiertas y mucho nivel de confianza entre los ciudadanos. Eso hacía que el venezolano se relacionara con gran facilidad con sus conciudadanos y otras personas de otras nacionalidades, y que los procesos de integración de los extranjeros en Venezuela fueran muy ágiles, muy rápidos frente a otras sociedades a las que les cuesta. Esta sociedad integró rapidísimamente a gente de Europa, América Latina y el Caribe; eso supone una palabra clave: confianza.

Este proceso no es posible sin esa sensación de puertas abiertas. Una vez roto, quiebra uno de los fundamentos de nuestra estructura civil, lo que es grave y preocupante. Creo que uno de los niveles de violencia en la sociedad, incluso promovidos desde hace mucho tiempo, ha ido fracturando estos niveles de confianza. En ese sentido, parte del trabajo que tiene la universidad es ocuparse en restablecer el tejido social. De allí que las experiencias de integración social, ya sea a través de voluntariado, de servicio comunitario, de lo que estamos haciendo desde el Parque Social, en Ciudad Guayana a través de La Casa Brandiarán, y con experiencias donde nuestros investigadores se están integrando y abriendo opciones y alternativas en comunidades populares, son fundamentales. Es importante que nuestros chicos aprendan a hacer eso y logren después, en su ejercicio profesional, experiencias de integración social y se den cuenta de que solo con reconstrucción del tejido social es que podremos seguir avanzando como sociedad. Esto es clave para restablecer ese elemento de confianza, y con este viene el segundo que tú preguntabas: la esperanza.

Se trata de entender que la esperanza no es una apuesta a corto plazo. Los inmediatismos no tienen nada que ver con el elemento de la esperanza, más bien es una estructura que cala mucho más hondo, cala en la experiencia del día a día de la gente y de lo que arma desde abajo, desde adentro, más silentemente, pero yo siento que está ocurriendo, porque en Venezuela hoy en día no tenemos esa misma población que está esperando solamente quince y treinta. Yo veo una sociedad que cada día se reinventa más, donde se crea más. Son emprendimientos de sobrevivencia, pero significan un cambio sociocultural importante que va a abrir nuevas puertas a una sociedad venezolana muy distinta a la que conocimos en el siglo XX.

— La Conferencia Episcopal Venezolana se reunió para celebrar la CXX Asamblea Ordinaria Plenaria y publicó su más reciente exhortación, bastante atinada y enfocada en el diagnóstico de una “crisis de responsabilidad”. ¿Cuál es tu opinión acerca de su llamado al encuentro de todos?

— Lo primero que les dije es que si no hay encuentro de todos no vamos a salir de este entuerto.

La única manera de salir como sociedad es darnos cuenta de que se tiene que generar el oppositum per diametrum, usando la espiritualidad, y ese mismo oppositum per diametrum genera justamente esa línea de reencuentro social. Que descubran que más allá de las diferencias políticas, que son absolutamente legítimas, hay un interés común, que además, como sociedad, nos es vital en este momento porque nos hemos empobrecido hasta un nivel en el que estamos en una crisis humanitaria que nos golpea a todos por igual, aunque hayan unos pocos beneficiarios que eventualmente estén sacando réditos de esta crisis humanitaria. Toda crisis genera un pequeño sector que está muy beneficiado y una gran masa que está absolutamente empobrecida. Obviamente, el sector mínimamente beneficiario va a pretender mantener las condiciones.

Como sociedad nos interesa, fundamentalmente, lograr una estructura de entendimiento que permita, efectivamente, sacar a la sociedad venezolana de este entuerto y eso pasa por los derechos civiles y políticos que señala la Conferencia Episcopal, con los cuales yo estoy de acuerdo. No es un problema de quién es el candidato de la oposición o qué partido gane, sino que si del proceso electoral del 2024 no brota un fundamental acuerdo político de todos los ciudadanos de convivencia democrática y tolerancia que nos permita encaminar el proceso económico, lamentablemente vamos a seguir viviendo dentro de este margen de crisis humanitaria en la que estamos, porque nadie va a apostar a invertir en una sociedad, por más recursos que tenga, que está enfrentada constantemente, que le genere inseguridad en la estructura de inversión.

Lo único que vas a tener son capitales golondrinas, inversiones que entran y salen, pero que no generan ningún modelo de riqueza ni de estabilidad en una sociedad. Yo creo que la única manera de salir de ese entrampamiento lo tenemos los propios venezolanos, eso no viene de afuera; aunque, hay un montón de presiones afuera que evidentemente influyen en el juego.

Crédito: Wesly Pacheco
Crédito: Wesly Pacheco

–Cuando rezas, ¿cómo rezas?

–Yo lo llamo oración, porque si bien a veces utilizo la liturgia de las horas y me gusta, para mí, el tema fundamentalmente va en la lectura del Evangelio del domingo. Comienzo meditando en torno a ello desde el lunes. Trato de que vaya calando lentamente, como una suerte de ir descubriendo palabras, frases, imágenes, dejando que ellas me hablen. Me puedo quedar en ellas un rato, y eso es lo que me permite que, en algún sentido, la homilía del domingo tenga cierta riqueza, porque es el momento litúrgico, para mí, por excelencia. A veces durante la semana no puedo tener ese espacio litúrgico diario, pero el domingo para mí es vital; poder meditar la palabra y después, en Terrazas de La Vega, una comunidad con la cual estoy encantado, celebrar con ellos la Palabra y la Eucaristía.

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