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Arturo Peraza: “El problema del chavismo es la protesta social, no la política”

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Roberto Giusti
El Universal

El Provincial de los jesuitas, Arturo Peraza, joven aún en la cuarentena, es preciso a la hora de establecer juicios y su balanza no admite sobrepesos. Desde la sede de la Universidad Católica, con el farallón de Antímano, recordándole a los estudiantes y profesores el compromiso social de la Compañía de Jesús, habló con El Universal minutos antes de iniciar su retiro espiritual de Semana Santa. 

-La visita del Papa a Cuba ha despertado las críticas del exilio cubano en EEUU. El Senador Marco Rubio (Florida) acusó a a Iglesia de “hacer la vista gorda” a los que pasa en Cuba a cambio de un “espacio político. En Venezuela hay una relación difícil entre Iglesia y Gobierno. ¿Vale la pena sacrificar principios para abrir espacios? 

-Las visitas del Papa a un país no puede ser vistas como algunos sectores políticos quisieran que se viera. El objetivo fundamental del Papa es llevar la fe, promover el Evangelio y lograr que la Iglesia pueda promover su acción con la mayor amplitud posible. No se trata de dilucidar problemas políticos. Ese es un problema conexo que el Papa debe tener presente porque la Iglesia se desenvuelve en un contexto determinado y debe tener respuestas a las realidades sociales. Siempre dentro de objetivo fundamental. 

-Pero el Papa hizo referencias políticas a la situación cubana. 

– El Papa pronuncia frases bien concretas y significativas. Su primer gesto lo da desde el avión, cuando afirma que se debe superar el marxismo-leninismo y la sociedad cubana tiene que cambiar. Luego vuelve a utilizar la palabra “cambio” y en La Habana señala un conjunto de acciones concretas que significan una apertura por parte del Estado cubano a la acción de la Iglesia y a la libertad de la sociedad cubana. 

-El hecho de los Castro hubieran acogido las críticas, sin responder directamente, puede implicar que su tolerancia democrática ha crecido o que, a pesar de lo que diga el Papa, van a seguir haciendo lo mismo. 

-El problema está en que las sociedades van cambiando a pesar de sus propios dirigentes. Creo que el Papa no se dirigió a esos dirigentes, cuya permanencia en el poder, dada su edad, no será demasiado larga. Posiblemente sus palabras están dirigidas a la sociedad cubana. Creo, entonces, que el Papa recoge un anhelo de esa sociedad: cambiar. ¿Cómo va a ser ese cambio? No le corresponde al Papa dar indicaciones. El sólo recoge un anhelo de la sociedad y lo impulsa. Por eso el Papa no centró el tema en los hermanos Castro y hubiera sido un error hacerlo. Ese es un problema de los políticos de Miami. La Iglesia cubana está viendo más allá, la sociedad pos-fidelista. 

-¿Está la Iglesia venezolana viendo más allá, hacia la sociedad pos-chavista? 

-Chávez no es el centro de la sociedad venezolana, como lo expresa el esquema de la sociedad polarizante. Ciertamente la Iglesia venezolana trabaja, desde hace muchísimo tiempo, en un conjunto de campos. Lo hacemos en el marco del actual proceso político que, creo, va a continuar y tendrá sus derivaciones. Ahí está el tema de la AVEC (Asociación Venezolana de Educación Católica), las dificultades que se han presentado y cómo estamos buscando entendernos con el gobierno para hacerle ver que ahí hay un trabajo de solidaridad con la gente más pobre. Porque esta gente tiene derecho a la educación y quienes la imparten, a su vez, merecen un salario justo. 

-¿No los oye el Gobierno? 

-Es llamativo que justamente quienes han optado por trabajar en los sectores populares sean los más golpeados. La Iglesia lo que hace es acompañar y promover un modelo de sociedad que postulamos en donde el Estado, la sociedad y la familia tienen un rol que jugar. Entonces no es un problema de lo que estamos pensando hacia el futuro, que fue tu pregunta, sino cómo estamos construyendo la sociedad del presente. 

-Cómo se está construyendo porque hace tres años, en otra entrevista, me decía usted que la gente “estaba esperando realidades, no ilusiones”. ¿No se cansó ya la gente de ilusiones? 

-En el proceso político actual se siguen vendiendo ilusiones y en la medida en que permanezcan las carencias por ineficacia o por falta de voluntad política, de parte del Gobierno, se incrementará la frustración. Eso se traduce en la cantidad creciente de manifestaciones por derechos sociales, vivienda, salud, ambiente, inseguridad. El problema no son las protestas políticas, sino las sociales, de los pobres. Y en la medida en la que el Gobierno no da respuestas, la gente se va desencantando. Eso no quiere decir que el Presidente pierda las elecciones, carezca de apoyo popular o no haya hecho nada. El Presidente ha tenido un acción social importante que las comunidades, sobre todo las populares, le reconocen. Según las encuestas la mitad de la población votante es favorable al Presidente. Pero hay molestia, desencanto, frustración y la gente le está haciendo al Gobierno una advertencia que no es debidamente captada. 

-¿Por qué, con toda esa insatisfacción, el Presidente presenta considerables porcentajes de apoyo? 

-Porque no se trata sólo de los programas sociales que la gente siente como valiosos. Hay un discurso que la gente siente como inclusivo. Las comunidades populares se sienten tomadas en cuenta. Mientras ese proceso se siga dando el Presidente mantendrá alta popularidad. Pero hay una mitad de la población que no se identifica con todo eso y un porcentaje muy alto de indecisos, personas que han sido afectas al Presidente y ahora están desencantadas. Entonces, no es tanto rechazo al Presidente, sino desencanto. Eso pasa mucho con la gente de AVEC, a la cual el Gobierno los ha dejado sin pago durante casi un año.

Una forma de conjurar el desencanto, ¿no ha sido la manipulación religiosa de la enfermedad del Presidente? 

-El Presidente tiene dividendos políticos y es un hombre de fe. A veces uno lamenta que se quiera utilizar símbolos y actos religiosos, que deberían conservar un carácter mucho más universal, para efectos de búsqueda de apoyo al Presidente. Lo que lamento es que en la Iglesia hayamos caído en este juego de bando y bando. Porque esto no sólo ocurre del lado del Presidente, sino también por parte de sacerdotes de la oposición. Y eso hay que evitarlo, tanto en uno como en el otro caso. Nuestra misión es señalar modelos generales de sociedad, pero no influir sobre cuál es el signo y el partido que deben liderar a esa sociedad. 

-Pero la Iglesia funciona con principios y valores universales. Uno de ellos es la libertad. Si ésta se encuentra en peligro, usted es sacerdote y no lo denuncia, ¿no está pecando por omisión? 

-Efectivamente. Por eso los temas de Derechos Humanos tienen en la Iglesia acogida fundamental y existen la Vicaría de Derechos Humanos en la Arquidiócesis de Caracas, la Comisión de Justicia y Paz o el Servicio de Refugiados de la Compañía de Jesús. Nosotros no callamos las situaciones de violación de derechos humanos. Ahí está el caso de la jueza Afiuni donde se están violando derechos humanos, pese a los pronunciamientos de distinto signo que se han producido. 

-¿No es utópico separar el plano espiritual del político? 

-La vida espiritual y la religiosa siempre van a tener implicaciones políticas. Eso se los puedes preguntar a Jesús de Nazareth. La última acusación en su contra, delante de Pilatos, fue política. Pero la razón fundamental no es política y tiene que ver con las estructuras de pecado de una sociedad y la pervivencia de una estructuras de poder que se vieron retadas por la presencia de Jesús y de su propuesta de humanidad. Era un desafío a esas estructuras que son lo que llamamos el pecado. Evidentemente ese pecado también está instalado aquí y tiene implicaciones políticas. 

-Es decir…. 

-La pregunta es: ¿qué estás persiguiendo? Si quieres es un cambio de estructuras políticas, te apartas del camino religioso y por tanto no debes usar imágenes religiosas. Tú no sacas a la Divina Pastora o al Santo Cristo de La Grita para enviar un mensaje político de apoyo a un candidato. 

-Eso es lo que hace Chávez. 

-Y también los otros. 

-¿Quiénes son los otros? 

-Los políticos de la Mesa de la Unidad. La participación de un político en un acto religioso siempre tendrá repercusiones políticas. El problema es cuando ese acto se convierte en demostración de apoyo y no en la su finalidad primigenia de centrarse en Dios.

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