Por Douglas Zabala
Nos comentaba Miguel Otero Silva, protagonista de los sucesos generados en los carnavales de 1928, y autor de la novela “Fiebre”, narrativa sobre las crueldades del dictador, que, cuando Juan Vicente Gómez se extinguió patriarcalmente – en su cama, sin próstata, y de 78 años – ya al menos 7 de los 252 estudiantes que lo desafiaron en 1928 se habían muertos. “Si mis cuentas no fallan, han cesado de vivir (para 1971) 76 de los que fuimos a las cárceles de Gómez en 1928. Quedamos 176 en espera del mismo destino, o de la misma vaina, como ustedes prefieran llamarlo”.
Hoy nadie queda de esa generación, y desde que este reconocido novelista, escribiera su propia historia enfebrecida, mucho se ha comentado de la oprobiosa dictadura gomecista, y la hermosa gesta libertaria librada esos días. Vamos de nuevo a recrear esos hechos, impulsados por un grupo de estudiantes, que definieron el rumbo de la Venezuela por venir, después de ese acontecimiento efervescente y rebelde de nuestra juventud venezolana.
Raúl Leoni, estudiante del quinto año de Derecho, y presidente de la Federación de Estudiantes de Venezuela, convocó una gran marcha con motivo de la denominada “Semana del Estudiante”. La señalada marcha tenía como objetivo inmediato, obtener los fondos necesarios para la Casa del Estudiante, a la que bautizaron con el nombre de Andrés Bello. Era una mañana fresca, el calendario indicaba el día 6 de febrero de 1928. Los estudiantes desde muy tempranas horas, habían empezado a concentrarse en la plazoleta de la Universidad Central de Venezuela. De allí entre consignas y arengas solidarias, arranca la marcha hacia el Panteón Nacional.
La hermosa Beatriz Arreaza I, Reina del Carnaval Estudiantil, con gestos emocionados coloca una ofrenda floral, ante la tumba de los restos de Simón Bolívar. De súbito, un estudiante improvisa un discurso con vibrante voz que cautiva el auditorio. El orador se llama Jóvito Villalba, quien dirigiéndose al Libertador dice: “Habla, ¡oh! Padre, ante la universidad, porque sólo en la universidad, donde se refugió la patria hace años, puede oírse otra vez tu admonición rebelde de San Jacinto. En este sitio, cuando Beatriz I de Venezuela, te haya ofrendado la suave ternura de estas flores, dinos el secreto de tu orgullo”.
Pío Tamayo, toma la palabra y en la coronación de Beatriz I, lee un poema juzgado como subversivo por las autoridades gomecistas; Allí mismo intervienen los estudiantes de derecho, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Joaquín Gabaldón Márquez, y sus discursos son estimados como inconvenientes por los cuerpos de seguridad. Además, Guillermo Prince Lara, termina rompiendo una lápida en honor a Juan Vicente Gómez; ante estos hechos el Gobierno decide poner fin a los actos conmemorativos, convertidos en una verdadera rebelión estudiantil.
Después de los actos de la “Semana del Estudiante”, Miguel, Otero Silva, Jóvito Villalba, Rómulo Betancourt, Guillermo Prince Lara y Pío Tamayo, fueron arrestados por la policía. La noticia de la encarcelación estalló como una verdadera bomba en todo el estudiantado, provocando que doscientos de ellos, pertenecientes a la Federación, en un acto de solidaridad sin precedentes en nuestra vida republicana, se entregaran a la policía, argumentando que deseaban correr la misma suerte de sus compañeros presos en el Cuartel de El Cuño; entrando así, de esta manera a la historia, como la Generación del 28, con toda y su novia Beatriz Primera, Reina de aquellos carnavales de 1928.