Hubo un tiempo en que esperábamos solución a nuestros problemas y preguntas en los discursos entusiastas de los políticos o en los sermones ardientes de los grandes predicadores. Hoy ya no. Hoy sabemos que el trueno y el relámpago, el terremoto y el fuego, no llevan la semilla de Dios. Hoy buscamos sabiduría, paz, alegría profunda, amistad y esperanza.
Adolfo Nicolás, 7 de agosto de 2011