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Antiqua et Nova: el Vaticano ante la inteligencia artificial

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“Antiqua et Nova” es una expresión latina que significa “Antiguo y Nuevo”. Así se llama el documento que este 28 de enero dieron a conocer los Dicasterios para la Doctrina de la Fe y para la Cultura y la Educación. El título específico es : Antiqua Et Nova,  nota sobre la relación entre la inteligencia artificial y la inteligencia humana.

Sí, la Iglesia Católica y específicamente el Papa Francisco fijan posición sobre una tecnología que está marcando un antes y un después en el quehacer humano: la Inteligencia artificial.

En un mundo cada vez más moldeado por los avances tecnológicos, la inteligencia artificial (IA) se ha convertido en uno de los temas más discutidos del siglo XXI. Desde su capacidad para realizar tareas complejas hasta su potencial para transformar sectores como la educación, la medicina y el trabajo, esta tecnología plantea no solo oportunidades, sino también desafíos éticos y antropológicos que no pueden ser ignorados. En este contexto, el Vaticano publica  “Antiqua et Nova“, para reflexionar sobre la relación entre la IA y la inteligencia humana desde una perspectiva cristiana. Aquí algunos datos del documento.

La IA: una creación humana al servicio del bien común

El documento subraya que la IA, aunque extraordinaria en su capacidad para imitar algunos aspectos del razonamiento humano, no es más que un producto del ingenio humano. A diferencia de la inteligencia humana, que abarca dimensiones emocionales, espirituales y relacionales, la IA opera dentro de un marco limitado de lógica computacional y análisis de datos. Por ello, el texto enfatiza que cualquier intento de equiparar estas dos formas de inteligencia corre el riesgo de reducir el valor intrínseco de la persona a un mero conjunto de funciones.

La Iglesia Católica destaca que la tecnología, incluida la IA, debe estar al servicio del progreso humano y del bien común. Esto implica no solo mitigar los riesgos asociados con su desarrollo, como los sesgos algorítmicos o el uso indebido en contextos bélicos, sino también garantizar que sus aplicaciones respeten la dignidad humana y promuevan una sociedad más justa y solidaria.

La dignidad humana en el centro del debate

Uno de los puntos clave de “Antiqua et Nova es la insistencia en que el valor de una persona no puede medirse por sus capacidades funcionales o logros tecnológicos. La dignidad humana, afirma el texto, radica en haber sido creada a imagen de Dios, un principio que trasciende cualquier circunstancia o limitación física. Este enfoque es especialmente relevante en un contexto donde las aplicaciones de IA podrían reforzar dinámicas sociales injustas o exacerbar desigualdades existentes.

El documento también advierte contra una visión tecnocrática que priorice la eficacia sobre los valores humanos fundamentales. En este sentido, llama a utilizar la IA como una herramienta para fomentar la fraternidad y la justicia social, en lugar de perpetuar modelos económicos y sociales que marginen a los más vulnerables.

La IA y los desafíos éticos

El texto aborda varios desafíos éticos asociados con la IA. Uno de ellos es la cuestión de la responsabilidad moral en el diseño y uso de esta tecnología. Dado que las máquinas carecen de conciencia moral, son los seres humanos quienes deben asumir plenamente las consecuencias de sus decisiones relacionadas con la IA. Esto incluye garantizar que los algoritmos sean transparentes, seguros y diseñados para minimizar sesgos y efectos secundarios indeseados.

Otro aspecto crítico es el impacto de la IA en las relaciones humanas. Aunque esta tecnología puede facilitar conexiones y mejorar procesos educativos o laborales, también existe el riesgo de que sustituya interacciones auténticas por simulacros digitales. La nota enfatiza que las relaciones genuinas, basadas en la empatía y el compromiso mutuo, son insustituibles para el desarrollo integral de la persona.

En el ámbito laboral, el documento reconoce tanto las oportunidades como los riesgos que plantea la IA. Si bien puede aumentar la productividad y liberar a los trabajadores de tareas repetitivas, también podría deshumanizar el trabajo si se utiliza para reemplazar a los empleados en lugar de complementarlos. La Iglesia insta a garantizar que las tecnologías emergentes respeten la dignidad del trabajo humano y contribuyan al bienestar económico y social.

El papel de la educación y la sanidad

En el sector educativo, la IA tiene el potencial de personalizar el aprendizaje y ampliar el acceso a recursos pedagógicos. Sin embargo, el documento advierte contra una dependencia excesiva de esta tecnología, que podría limitar el pensamiento crítico y reducir las interacciones humanas en el proceso educativo. La relación entre maestro y alumno sigue siendo fundamental para formar no solo intelectos, sino también personas integrales.

En cuanto a la sanidad, la Nota reconoce los avances que la IA puede aportar en diagnóstico y tratamiento. Sin embargo, subraya que esta tecnología nunca debe sustituir la relación entre médico y paciente. La atención sanitaria debe seguir siendo profundamente humana, basada en la solidaridad y el respeto por la dignidad del enfermo.

Desinformación y privacidad: retos urgentes

El documento también aborda problemas como la desinformación generada por contenidos falsos elaborados con IA, incluidos los deepfakes. Estas prácticas no solo pueden engañar al público, sino también socavar la confianza social y polarizar aún más las comunidades. La Iglesia llama a una regulación cuidadosa para prevenir abusos y garantizar que la tecnología se utilice de manera ética.

Asimismo, se destaca la importancia de proteger la privacidad en un mundo digitalizado. Los datos personales son una extensión de la naturaleza relacional del ser humano y deben ser tratados con respeto. El texto advierte contra prácticas como el “crédito social” o el uso excesivo de vigilancia digital, que podrían limitar las libertades individuales y erosionar derechos fundamentales.

Cuidar nuestra casa común

En línea con su encíclica *Laudato Si’*, el Papa Francisco recuerda que cualquier innovación tecnológica debe considerar su impacto ambiental. Aunque la IA puede contribuir a soluciones sostenibles, su desarrollo también tiene un alto coste energético y medioambiental. Por ello, se insta a buscar formas más sostenibles de implementar esta tecnología para proteger nuestra “casa común”.

Una llamada a la sabiduría del corazón

Finalmente, “Antiqua et Nova” concluye con una invitación a reflexionar sobre el papel de la humanidad en un mundo cada vez más tecnológico. Más allá de los avances científicos, lo esencial es cultivar una “sabiduría del corazón” que permita discernir cómo utilizar estas herramientas para promover el bien común y cuidar de los más vulnerables.

En última instancia, este documento no solo ofrece una guía ética para abordar los desafíos de la IA, sino que también reafirma el valor intrínseco del ser humano en un mundo en constante transformación tecnológica. Frente a las promesas y riesgos de esta nueva era digital, el mensaje es claro: solo colocando a la dignidad humana en el centro podremos garantizar un futuro verdaderamente justo e inclusivo.

Consulta aquí el texto completo de Antiqua et Nova

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