El padre José Virtuoso, rector de la Universidad Católica Andrés Bello, no permite la desesperanza, incluso hasta cuando se pasea por la peor de las perspectivas de lo que pueda suceder en una posible ANC
Oscar Medina
En palabras del padre José Virtuoso, en el panorama venezolano actual se percibe una curiosa mezcla de optimismo y pesimismo. Hay algo en el tono del rector de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) que no admite la desesperanza, incluso cuando se pasea por la peor de las perspectivas. Algo de eso y su experiencia al frente de la ONG Ojo Electoral quizás expliquen su participación como observador y garante de la consulta popular planteada por la Unidad Democrática para el domingo 16 de julio sobre la Asamblea Nacional Constituyente (ANC).
Virtuoso, exdirector del Centro Gumilla y profesor de Filosofía Política, confía en la posibilidad de que la “consulta popular” se traduzca en una voz potente, en un mensaje poderoso que ayude a cambiar el curso de lo que ahora luce inevitable. “Hay que seguir insistiendo”.
¿A quién beneficia la Asamblea Nacional Constituyente? ¿Al pueblo?
—Obviamente que al Gobierno. El Gobierno se plantea la ANC como un mecanismo para la toma unilateral de decisiones por parte de un sector de la sociedad. La ANC le sirve para salir de la Asamblea Nacional. Pareciera que va a sustituir al Parlamento a la vez que pretende modificar o transformar la Constitución. Por una parte, elimina, entonces, a la AN como mecanismo de legislación y por otra parte lleva adelante esos cambios que el Gobierno ha intentado hacer desde 2007.
Cambios que además no se conocen bien, porque hay mucha incertidumbre alrededor de lo que pueda pasar…
—O sí los conocen bien. Yo sí creo que es una suerte de “constitucionalización” de un modelo socialista bastante fosilizado. Es un modelo socialista que consiste fundamentalmente en el control total por parte del Estado de la sociedad, utilizando como emblema el bienestar del pueblo y utilizando también ‘la igualdad y la justicia’. Pero que recurre para ello a medios totalmente obsoletos y caducos como la eliminación, prácticamente, de la economía de mercado. No quiere decir que dejen de existir las empresas privadas, seguirán existiendo, pero el mercado estará totalmente controlado, no hay libre demanda ni libre oferta, no hay inversiones foráneas movidas por la dinámica del mercado, hay férreos controles de precios, etcétera. Toda la economía se burocratiza, depende de las decisiones de un burócrata que es quien decide qué es lo que conviene y lo que no conviene para la sociedad.
¿No le parece que estamos un poco ahí?
—En eso ya se ha venido avanzando. El Estado venezolano es cada vez más una gran máquina burocrática que intenta controlar a toda la sociedad. La idea es constitucionalizar eso. Y se hace en nombre de lo que conviene al pueblo, de que eso es la justicia y va a garantizar prosperidad. Pero si todas las medidas que has tomado en esa dirección son las responsables de la terrible crisis económica y social, ¿de dónde sacas tú que la maximización de esas políticas nos va a llevar al bienestar? Es una irracionalidad bastante grande. Estatizas de tal modo la economía, el mercado, los flujos de bienes y servicios, controlas de tal modo a la sociedad que la asfixias. Y con ello se asfixia la democracia, la libertad y la disidencia política.
Es seguir profundizando lo que desde una óptica racional no ha funcionado, pero bajo la del gobierno sí funciona. Al menos para ellos…
—Están convencidos de que este es el mejor modelo social, económico y político que existe en el mundo, pero los datos de la realidad no dicen eso. Tenemos a gente muriéndose porque no consiguen las medicinas que requieren, los hospitales no funcionan, para conseguir cualquier cosa tienes que hacer colas, la gente tiene que medio subsistir con unas bolsas que suministra el Estado, la gente tiene que buscar para comer en los basureros, la inflación nos está matando a todos. Si tú me dices que ese es un modelo exitoso… Es una irracionalidad realmente inconcebible.
Creo que lo que tenemos como sociedad es una suerte de imposición de la locura. La locura como que ha decidido tomar cuerpo y ponerse en la sociedad a través de todos estos dictámenes del Gobierno.
La promesa que hace el Gobierno es que todo va a mejorar con la Constituyente. Así la vende su propaganda. En este momento y a estas alturas, ¿las clases populares todavía le confieren credibilidad a eso?
—Creo que no. La evidencia empírica de las encuestas señala claramente que hay entre 80 y 85 % de la población que está muy molesta con las políticas del Gobierno. Y un porcentaje muy importante cree que la única manera de salir de este problema es que Maduro deje la presidencia. El Gobierno ha intentado promover la Constituyente también con un fin político en un sentido amplio. Es decir, para reagrupar su base, para generar nuevas expectativas, generar consensos y esperanza en esa base que le apoya.
Es algo que les ha resultado antes…
—Sí, les funcionó en el pasado. Imagino que para ese sector madurista que está alrededor de 10-12 % de la población. Siempre hay otro sector que, aunque no esté muy convencido tiene un empleo público o algún beneficio a través de las misiones, con eso se puede llevar a 15-16 %, y ponle a quienes se sienten presionados que harían que llegue quizás a 20 %. Estamos hablando de un porcentaje de población que pudiera nuclearse, esperanzarse y fortalecer su adhesión al proyecto. Pero el problema es que, del otro lado, la gran mayoría que rechaza esto con vehemencia es muy fuerte. Podrán nuclear su base de apoyo, pero tienes por acá un tolete muy grande de población que está cada vez más visceralmente en contra. A esa estrategia no le veo resultado a largo plazo.
Las teorías políticas más conocidas dicen que todo gobierno, que todo Estado necesita de una cosa que se llama legitimidad. Legitimidad significa la aceptación del mandato y la disposición a obedecer. Y este Gobierno la ha perdido. Perdió la legitimidad carismática de Hugo Chávez, perdió la legitimidad del voto, perdió la legitimidad del beneficio populista por su incapacidad de distribuir bienes y servicios. ¿Cómo puedes gobernar? ¿Sostenido en tu base de apoyo y por la imposición y la fuerza? Eso tiene patas cortas.
¿Y esta elección de la ANC no podría brindar ese toque de legitimidad que requiere?
—Sí, pero en ese mismo 20 %. Al final tendrá en ese 20 % mayor cohesión y unidad, pero solo en ese 20 %. ¿Y qué haces con el otro 80 %?
Asumimos que una parte importante de la sociedad está al tanto de los riesgos de la Constituyente. En las clases populares, en los sectores menos informados, ¿estarán ahí conscientes también de todo esto?
—Puede ser que, en los sectores menos informados, con menos capacidad de análisis de la situación, quizá no tengan claro todos los riesgos que significa la Constituyente, pero sí están claros en una cosa: le perdieron la confianza al Gobierno. Entonces el Gobierno podrá decir misa, el problema es que no hay quien se la crea.
¿Cómo ayudan la Iglesia y la universidad en la difusión de esta información, en el traslado de ese mensaje?
—A nivel de la Iglesia se ha tenido una posición muy clara sobre la inconveniencia de una Asamblea Nacional Constituyente, sobre la ilegitimidad de esta ANC, sobre el carácter fraudulento y su no aporte a la solución de los problemas. Nosotros tenemos unos problemas muy operativos —desabastecimiento, no hay inversión, una inflación terrible— y porque tú decretes no sé qué cosa en la ANC eso no se va a eliminar.
Creo que la Iglesia y las universidades y todas estas protestas que de alguna manera hemos tenido y tenemos en las calles no hacen más que difundir ese gran peligro que significa una Constituyente, difundir lo que significa estar al margen de la Constitución, que estamos en un Gobierno cada vez más autoritario y con rasgos evidentes de dictadura; difundir los graves problemas en los que está el país y, en definitiva, difundir ese profundo descontento que hay. Creo que en eso las universidades, tanto ellas como institución como el estudiantado, han sido promotores clave.
¿Y cómo participa la universidad en la consulta propuesta por la oposición para este domingo 16 de julio?
—Hubo un conjunto de sectores de la sociedad civil que le pidieron a la AN que convocara a un proceso como este. La AN lo convoca y pide unos garantes que provengan de la sociedad civil. Entonces se escoge a cinco rectores, entre los cuales estoy yo. Creo que el símbolo es importante. Se trata de que la sociedad a través de instituciones representativas de su pluralidad sirva para monitorear, ver, vigilar el proceso como tal. Profesores, estudiantes, gente toda de la comunidad universitaria va a ser parte de ese gran voluntariado que va a hacer posible esta jornada.
A lo largo de la conversación usted ha señalado varios asuntos importantes sobre la ANC, pero desde su análisis muy personal, ¿qué es lo que más le preocupa?
—La “constitucionalización” de una dictadura militar socialista, como lo ha dicho la Conferencia Episcopal. Vamos a tener una transformación de la Constitución y ese cambio es para consolidar a un régimen autoritario, muy centralizado en la figura del Presidente, con poderes omnímodos sobre el Estado y desde el Estado a la sociedad. Y yo creo que las sociedades no tienen salida con un modelo de ese tipo. Esta sociedad que ha luchado en contra de ese modelo va a seguir en rebeldía.
El escenario más realista es que el Gobierno efectivamente haga su elección el 30. Es poco probable que la suspenda…
—Hay que seguir insistiendo. Creo que una de las virtualidades que puede tener esta consulta que se está planteando para el domingo sea una manifestación de voluntad de tal manera que ponga en evidencia que esa propuesta del Presidente es minoritaria y que la mayoría del país quiere y aspira otra cosa.
Pero ellos solo se escuchan a sí mismos…
—Estoy de acuerdo. Pero recuerda que existe el escenario internacional. Yo sí creo que esto de cara al mundo es una excelente oportunidad para justificar la intervención de buena fe. Los Derechos Humanos y la democracia, que es lo que en definitiva está en juego aquí y el bienestar de la gente, son problemas que le incumben a la humanidad entera. El tema de los Derechos Humanos es un problema que nos incumbe a todos. Un acto como el del domingo puede darle a la comunidad internacional más elementos para poder actuar en el marco de la democracia y el derecho. Nadie está pidiendo que se intervenga a Venezuela ni que vengan los marines, ni que venga nada de eso; pero evidentemente puede haber una reacción más considerable.
Igualmente, dentro de las instituciones venezolanas. Estoy seguro de que dentro de las instituciones y el mundo político venezolano hay mucha gente que piensa como la Fiscal. Y un acto como este puede ayudar, poner más de manifiesto esa acción de rechazo contra esto. ¿Qué viene el día 17? Mira, no sé qué viene el día 17, me gustaría tener una bola de cristal. Pero lo que sí evidentemente tendría que venir es una serie de actos en consecuencia con esa manifestación de la voluntad. La AN tiene prevista la sustitución de los magistrados, esa es una acción importante. Seguirán las acciones de protesta en la calle creo que, intentando, precisamente, hacer valer esa voluntad. Pareciera que lo del 30 no lo detiene nadie, pero yo diría que puede que no sea así, puede ser que esto que ocurra el 16 ayude todavía a articular más fuerzas para que eso del 30 no se dé. Creo que sería una buenísima noticia para Venezuela que no tengamos esas elecciones para la Constituyente.
¿Y si las tenemos qué vendría después?
—La confrontación permanente. Vamos a tener dos gobiernos. Vamos a tener un Estado dividido en dos.
Una cosa es hacer la elección del 30 y otra poner en práctica la instalación de esa ANC…
—Claro. Vamos a tener una Constitución que unos cuestionan y otros queremos que valga. Una Asamblea Nacional con sus funciones de legislar y una Asamblea Nacional Constituyente rechazándola y legislándola en nombre de ella. Vamos a tener un grupo de jueces del TSJ nombrados por la AN, no reconocidos por el régimen, y por otra parte unos señores nombrados por el régimen como jueces del TSJ no reconocidos por otro sector de la sociedad. A eso es que vamos a ir. Y a una confrontación cada vez mayor. Por eso yo aspiro y deseo que en este afán el Gobierno pueda llegar a entender que ese no es el camino y que tenemos que ir a un proceso de transición, a un proceso de acuerdo social, que no va a ser fácil, pero que es la única solución para Venezuela. Y Dios oiga nuestras peticiones.
Fuente: http://cronica.uno/virtuoso-anc-sera-constitucionalizacion-dictadura-militar-socialista/