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Amuay: el antes y después de una tragedia

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Por Iván Freites

Era el comienzo del 25 de agosto de 2012, 12:45 am, suenan los teléfonos, celulares, y todos me hacían la misma pregunta: ¿qué pasó en Amuay? Para mí, nuestro equipo de trabajo y todos los que laboramos en el Centro Refinador Paraguaná ya sabíamos lo que significaba una explosión que se escuchó a cientos de kilómetros. Era un anuncio de que hasta allí había llegado la refinería más importante y más productiva de Venezuela. Era el anuncio de la debacle de una de las empresas petroleras más prestigiosas del mundo.

Todo comenzó en noviembre de 2005, en la planta de alquilación 2 de la refinería Cardón, una explosión causó 5 muertos, decenas de heridos y un daño a esas plantas que aún no han podido ser recuperadas.

Empezamos un periplo por todas las instituciones del país, a partir de 2006, denunciando que en el Centro Refinador Paraguaná no se estaban cumpliendo con las normas y protocolos de seguridad que deben ser de estricto cumplimiento en instalaciones de alto riesgo como son las refinerías de petróleo. En 2008 fuimos a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a la Organización Internacional del Trabajo, a la Organización de Estados Americanos, Organización de Naciones Unidas y otras instituciones internacionales. Los papeles se introducían en gavetas, más valía el: “que el show continúe”, de Hugo Chávez.

La explosión de Amuay nunca ha debido ocurrir, si se hubiese escuchado las alertas que hacíamos los trabajadores. La tragedia de Amuay tiene responsables y el país lo sabe.

Hoy, después de 8 años, vemos en lo que convirtieron nuestras refinerías y toda la industria petrolera en Venezuela.

La tragedia de Amuay es un antes y un después para nuestra industria petrolera. De ser Venezuela uno de los países más avanzados en la región, hoy Venezuela pasó a ser un país sin gasolina ni gas para que la familia venezolana cocine. Con unos trabajadores altamente capacitados y calificados a nivel mundial, hoy los trabajadores petroleros se mueren de hambre y no tienen como comprarse una medicina y menos darles alimentación y educación a sus familias, es una verdadera tragedia.

A mi mente viene la situación de Atilio, Reinaldo, Juan, y tantos otros sobrevivientes de esta explosión, implorando ayuda. De todos ellos el que salió menos afectado, quedó sordo, los demás hasta han muerto en sus peregrinaciones exigiendo justicia. Siempre recibo sus llamadas de esperanza y fe que el cambio en Venezuela viene y de allí se le hará justicia a su situación.

La tragedia de Amuay es la tragedia de un país que siempre ha soñado que sus ciudadanos tengan bienestar y libertad.

La tragedia de Amuay llama a ese país a levantarse en masa y restituir el estado de derecho.

Son ocho años de aquella madrugada que opaca la figura emblemática de nuestra Paraguaná seca, de nuestra Paraguaná amorosa, la Refinería Amuay.

La tragedia de Amuay es la tragedia de Venezuela.

A mis compañeros trabajadores, les decimos, sigamos adelante con nuestra lucha por restituir el estado de derecho, la reconstrucción y recuperación de Venezuela y de nuestra industria petrolera.

Los tiempos de Dios son perfectos. Es la hora de la unión nacional y los trabajadores somos la vanguardia para que esa unión se concrete.

Amuay es un valor que debemos recuperar, como vamos a recuperar a Venezuela.

Nuestras familias volverán a tener bienestar y calidad de vida.

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