Por Bonysw Isabel Mora
Recientemente un grupo de personalidades de la sociedad civil, junto a actores políticos y de la Iglesia, se pronunciaron públicamente sobre algunos asuntos neurálgicos y controversiales del país. En el comunicado se afirma la vía electoral, el cese de sanciones sectoriales y el respeto al acuerdo de Barbados. Es un pronunciamiento propositivo, pero, por la coyuntura, muy controversial. Uno de los firmantes del documento es el padre Alfredo Infante, jesuita, conocido en el país por su larga trayectoria de trabajo sociopastoral y de derechos humanos en los sectores más pobres de la ciudad de Caracas, y también del interior. El padre Infante fue director de la revista SIC hasta 2020 y, desde enero de 2023, es el superior provincial de los jesuitas de Venezuela.
El padre, receptivo, y con la voz grave y pausada que le caracteriza, nos acoge en un pequeño balcón, donde conversamos con paz de asuntos controversiales.
–¿Qué le motivó a suscribir este comunicado?
–La peor diligencia es la que no se hace. Creo, en mi caso, como responsabilidad cristiana y ciudadana procurar incidir en asuntos que considero fundamentales para el país, como son, en este caso, afirmar la vía electoral y, en consecuencia, también hacer un llamado a la oposición para que acuerde una candidatura unitaria que lleve al país a unas elecciones mínimamente competitivas en las que la gente pueda expresarse; en segundo lugar, incidir para evitar una profundización de las sanciones sectoriales que han hecho tanto daño al país, y, en tercer lugar, alentar a las partes involucradas y a la comunidad internacional a cumplir los acuerdos de Barbados como marco político acordado.
–Comencemos por lo primero, ¿cómo ve el escenario electoral?
–Creo que de parte del Gobierno la línea está clara, generar desconfianza y desmovilizar para que gane la abstención opositora y, al mismo tiempo, la división interna, pues la combinación de ambos factores –fragmentación y abstención– le da la oportunidad de ganar, porque su capital electoral es muy bajo pero sólido y con maquinaria. Es decir, están conscientes de que son una minoría con capacidad de movilización y medios e instituciones a su favor, y en la chiquita esto hace la diferencia.
Por eso veo con mucha preocupación que se acaben los límites de tiempo impuestos por el CNE, que llegue el momento sin que la Plataforma Unitaria haya definido un candidato unitario que encauce los votos del descontento nacional y que en medio de tanta adversidad y cierre de espacios, a lo que nos hemos visto sometidos como sociedad, no logremos abrir el juego político en el país e iniciar un proceso de reinstitucionalización y democratización, que implica, e implicará durante muchos años, negociación a todos los niveles para garantizar la gobernabilidad.
–¿Y las primarias no definieron ese candidato con nombre y apellido? ¿No considera que la gente se expresó y habló?
–Si, la gente participó y se expresó, eso nadie lo niega. Y que a María Corina Machado se le han violado sus derechos políticos también es cierto. Pero todos sabemos que la señora María Corina Machado está inhabilitada, y a quien ella le levante visiblemente la mano, como en el caso de la respetable Prof. Corina Yoris, correrá la misma suerte. Este hecho ha sido tan contrario al espíritu democrático que el presidente de Brasil, Lula Da Silva, y el presidente de Colombia, Gustavo Petro, denunciaron el hecho.
Por tanto, por sentido de realidad, si creemos en la vía electoral, conviene presionar a la Plataforma Unitaria a un acuerdo por un o una candidata, para que así, en medio de las condiciones existentes, adversas, podamos elegir una alternativa democrática. No es resignación. Resignarse sería tirar la toalla y no abrir la grieta con la que contamos. Espero que por el bien del país se llegue a un acuerdo en torno a una candidatura que capitalice al electorado porque, como escuché decir a un comentarista político, “el tiempo es un recurso no renovable”.
–Pero eso sería jugar el juego del Gobierno, ¿no le parece?
–He vivido toda mi vida en sectores populares y, pese a mis responsabilidades como superior jesuita, sigo viviendo en La Vega, y de la gente de los barrios he aprendido algo muy importante que se expresa con una frase: darle la vuelta a la situación. Es decir, para lograr un objetivo tienes que considerar muchas rutas, incluso abrir caminos inéditos, porque la adversidad es tan espantosa que siempre te cierra las puertas de la vía más clara, la que en teoría o por derecho “debería ser”. Cuando una familia en el barrio se propone algo tiene que imaginar varias rutas, saber que no se llega por un solo camino y el más acertado no siempre es el que por principios “debería ser” ni el más cómodo. La gente de nuestros barrios tiene continuamente que aprovechar y ensanchar las rendijas que se le presentan, que son muy pocas. Se impone el sentido de realidad, y en mi caso el sentido de realidad iluminado por la fe le mantiene a uno buscando caminos para mejorar las condiciones de vida de nuestra gente. Sé que esta posición es controversial, pues en esta coyuntura cualquier decisión es controversial y tiene sus detractores, pero lo hago consciente, buscando lo que creo más conveniente para nuestro país y, especialmente, para nuestro pueblo tan golpeado.
Por eso creo que si en este momento se espera ir a unas elecciones con todas las condiciones, cosa que dudo que ocurra en este contexto, se terminará no yendo, y se estará sirviendo en bandeja de plata el continuismo; peor aún si se llama abiertamente a la abstención, pues se estaría reeditando 2005 y 2018, salvando las distancias, y creo que no aprovechar la “rendija” sirve como menú de triunfo a la coalición dominante. Si la oposición política va a elecciones, debe ser con un candidato concertado desde lo interno por los partidos de la plataforma, que logre pasar los filtros del CNE. Y luego la estrategia Fuenteovejuna, “todos a una”. Esto que es de sentido común no es fácil, porque hay muchos conflictos de intereses.
–¿Y por qué piden que se flexibilicen las sanciones?
–Aclaro que siempre he mantenido que el quiebre económico del país es anterior a las sanciones, pero que sin duda alguna las sanciones sectoriales han profundizado la emergencia humanitaria y los principales afectados son los más pobres. Soy testigo directo en el barrio de esta situación. Profundizar las sanciones sectoriales es estrangular aún más la calidad de vida de nuestro pueblo. Las encuestas de condiciones de vida en los últimos años así lo demuestran, las sanciones han profundizado el deterioro de la calidad de vida y, muy especialmente, en el interior del país.
Creo que es importante, por el contrario, desbloquear los fondos humanitarios acordados en noviembre de 2022 y seguir flexibilizando las sanciones, no endurecerlas porque, vuelvo a repetir, son los pobres los más golpeados.
–¿Y Barbados?
–Barbados ha sido el resultado de un gran esfuerzo de un sector político y de la sociedad civil, que con sus más y sus menos –como es natural en este tipo de procesos– ha llegado a concertar acuerdos que de respetarse pueden abrir el camino para una progresiva reinstitucionalización y democratización del país.
Pero también sabemos que hoy las negociaciones están dándose directamente entre Estados Unidos y el Gobierno, y Barbados es clave como referente y marco en cualquier negociación, incluso en esta que viene dándose entre el Gobierno y Estados Unidos.
–¿Es su firma en este documento la posición oficial de la Compañía de Jesús?
–No, no lo es. A nivel interno la Compañía de Jesús es muy plural, como nuestro país, y una posición oficial implicaría una concertación interna. Lo que sí está claro para nosotros los jesuitas es que estemos donde estemos, y en cualquier acera en la que nos encontremos, el respeto por el otro y la búsqueda y construcción de mejores condiciones de vida estará presente, siempre en la línea del Pensamiento Social de la Iglesia y del papa Francisco.
En tal sentido, el más reciente documento sobre la Dignidad de las personas lo establece muy claramente: la Iglesia no cesa de alentar la promoción de la dignidad de toda persona humana, cualesquiera que sean sus cualidades físicas, psíquicas, culturales, sociales y religiosas. Lo hace con esperanza, segura de la fuerza que brota de Cristo resucitado, que ha llevado ya a su plenitud definitiva la dignidad integral de todo varón y de toda mujer. Esta certeza se convierte en un llamamiento en las palabras del papa Francisco a cada uno de nosotros: “a cada persona de este mundo le pido que no olvide esa dignidad suya que nadie tiene derecho a quitarle”.
Esta sí es la posición de los Jesuitas que trasciende toda coyuntura.