En julio de este 2019 se cumplieron exactamente 220 años del inicio de las aventuras de Alejandro Von Humbolt por tierras venezolanas. Edgardo Mondolfi en su artículo: “Alexander Von Humboldt o el viajero amable (1799-2019)”, publicado en el portal Prodavinci, expone los aportes más significativos de su obra y de entre ellos extractamos esta referencia sobre los jesuitas
“Ahora bien, acostumbrado como se había visto hasta entonces, desde que saliera de Cumaná, a depender de los misioneros (especialmente de los Capuchinos) en cuanto a procura de víveres y noticias, la presencia cuasi-fantasmal de las misiones jesuitas será la nota que domine una vez que se adentre en la selva. De algún modo, en su narración se percibe el peso de lo que significó la expulsión de la Compañía de Jesús, ordenada por Carlos III, en 1767. No sólo habrá numerosas referencias al jesuita Bernardo Rotella, fundador de la misión de Cabruta y de otros asentamientos ya extintos, sino que en más de una oportunidad reconocerá haber dependido, para su orientación, de las obras y relaciones cartográficas escritas por el padre Filipo Gili o del padre José Gumilla –ambos jesuitas- al remontar el Orinoco.
Dirá más: sólo diez misiones había hallado repartidas dentro del vasto cinturón de la Guayana, es decir, entre el alto Orinoco, el Casiquiare y Río Negro. Y, para prueba del antiguo esplendor de los jesuitas, basta consultar este pasaje que ofrece Humboldt en la localidad de Atures, cuyo origen se debía también a la Orden de San Ignacio:
Los padres [jesuitas] poseían en las sabanas de Atures (…) de 20 mil a 30 mil cabezas de ganado. (…) Hoy no se cultiva más que un poco de yuca y de plátanos. (…) Los caballos y las vacas han desaparecido. (…)
Los agentes del gobierno secular, con el nombre de Comisarios Reales, administraron con culpable negligencia los hatos o dehesas de los jesuitas. Mataron el ganado para vender el cuero (…).
Desde el año 1795 ha desaparecido enteramente el ganado de los jesuitas: sólo quedan hoy, como testigos de la antigua cultura de estas comarcas y de la industriosa actividad de los primeros misioneros, pies de naranjo y tamarindos aislados en las sabanas, rodeados de árboles silvestres.
Las implicaciones de todo ello van más allá de lo apuntado por Humboldt puesto que la desaparición de los jesuitas que tuvieron a su cargo la administración espiritual de esa comarca hablará de un elemento de población, de un elemento de presencia del cual las autoridades españolas se verían privadas a partir de entonces; o, dicho en otras palabras, todo ello monta a lo que alguna vez significó –para decirlo en términos modernos- un ejercicio de soberanía sobre territorios que, al darse la expulsión de los jesuitas, terminaron viéndose despoblados para siempre.
Fuente: https://prodavinci.com/alexander-von-humboldt-o-el-viajero-amable-1799-2019/