El cardenal Carlo María Martini, s.j., recomendaba con profundidad y práctica sabiduría que siempre debíamos estar muy atentos con la inconveniente –y muy común– inclinación a lamentarnos y quejarnos de las situaciones, de los tiempos y las cosas.
¿Por qué nos sucede esto? ¿Por qué ellos actuaron de tal modo y no de otro? ¿Por qué no podría ser distinta esta circunstancia? Tantas otras genuinas y legítimas preguntas que nos hacemos todos a menudo.
Nos advierte Martini que ante las lamentaciones es necesario saber –o al menos procurar– identificar si no estamos incurriendo en un escenario de verdadero desorden en el cual juegan en contra nuestra nuestros propios malos pensamientos (logismoi) atentando así contra nosotros mismos, tomando tonos y actitudes de depresión, de derrotismo, de entregada dejadez.
Pero el mismo cardenal Martini, nos ofrece la solución: “Es preciso aprender a alabar las cosas buenas, a verlas por primera vez, a ponerlas de relieve, a promoverlas” [1]. Es decir, no se trata de hacernos la vista gorda o ignorar la adversidad, ni de asumir un ‘estoicismo crossfitero’ [2] propio de arenga de redes sociales que nos invita a soportar cualquier situación con resignado y absurdo aguante. Por supuesto que tampoco se trata de aceptar lo incorrecto ni lo injusto.
Martini lo deja muy en claro: “… es preciso decir que está bien lo que está bien, que está mal lo que está mal, saber intervenir en el momento justo”.A eso nos referimos cuando hablamos de alabar lo bueno.
Y en esta línea va el presente número de la revista SIC. Hemos querido destacar la importancia de un liderazgo femenino más empático y cooperativo, que puede ofrecer soluciones constructivas en tiempos de crisis, en contraste con las tácticas bélicas de sus homólogos masculinos. Así mismo queremos mostrar con testimonios y datos, cómo las mujeres, especialmente las de estratos bajos, luchan por su dignidad, salud y derechos en medio de adversidades.
Presentamos en el dossier la importancia de la mujer y la relevancia de la sinodalidad, ambas perspectivas como evidencia de los tiempos de cambios que vive la Iglesia, así como los desafíos y las luchas que enfrentan las mujeres en su búsqueda de reconocimiento y equidad en contextos tradicionalmente dominados por hombres; y el papel que la sinodalidad representa como un vehículo para la inclusión.
Este 2025 se nos presenta como un año complejo, no solo en lo relativo a nuestra realidad país, sino desde la perspectiva internacional. Pero al mismo tiempo estamos en un Año Jubilar, una invitación para los fieles de todo el mundo a vivir la experiencia viva del amor de Dios. Queda de nosotros –de cada uno de nosotros– hacer de este año una ocasión para la alabanza, como bien nos lo sugiere el cardenal Martini, o por el contrario sumirnos en lo malo de manera desesperanzada.
Nuestra exhortación es a lo primero, pues como dice el papa Francisco “Spes non confundit” ¡La Esperanza no defrauda!
¡Ánimos!…
NOTAS
[1] MARTINI, Carlo María (2018): Editorial Sal Terrae.
[2] El término estoicismo crossfitero es referido por algunos autores como esa tendencia actual de simplificar las corrientes filosóficas hasta convertirlas en manual de autoayuda. Por qué el fenómeno de los estoicos no tiene fin.