Por Jesús MAría Aguirre, s.j
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dio a conocer el lunes pasado que envió una carta al rey de España Felipe VI “para que se haga un relato de agravios y se pida perdón a los pueblos originarios” por las “violaciones” durante la “llamada conquista”.
“Que se disculpe él, que tiene apellidos españoles y vive allí”, le respondía el académico español.
De igual manera, el Premio Nobel, el hispano peruano Vargas Llosa, le replicó frontalmente: “que esa carta debió de enviársela a sí mismo”, ya que México hace más de dos siglos es independiente, y ha seguido marginando a sus poblaciones indígenas.
A su vez, por parte del Vaticano, tres Papas pidieron perdón a los indígenas en oportunidades significativas, como recuerda CNN en español:
Si AMLO en la oportunidad de las celebraciones del año 1992, V Centenario de conquista para unos y el encuentro para otros, hubiera leído atentamente el mensaje de Juan Pablo II a los indígenas del continente americano, hubiera podido citar ahora sus palabras:
“¿cómo podría olvidar en este V Centenario los enormes sufrimientos infligidos a los pobladores de este Continente durante la época de la conquista y la colonización? Hay que reconocer con toda verdad los abusos cometidos debido a la falta de amor de aquellas personas que no supieron ver en los indígenas hermanos e hijos del mismo Padre Dios.”
Para completar su reclamo le aconsejaría que, imitando a los rojos rojitos de Venezuela que arrancaron la estatua de Colón del paseo dedicado a su honor, extirparan toda la imaginería colonial, comenzando por la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe y borraran el recuerdo de la Virgen de todos los corazones mexicas.