Mi familia emigro desde los andes venezolanos a Maracaibo, luego de un largo peregrinar producto de una tragedia familiar. Era 1990. Nos instalamos en una casa alquilada en el Barrio El Manzanillo (cuando San Francisco todavía no era municipio). Una madre y cinco muchachos a echar pa´lante!. En esos primeros tiempos conocimos a Acacio Belandria, quien era un Jesuita y párroco de la iglesia de la comunidad. Acacio necesitaba una persona para limpiar su casa y mi madre fue apoyar en esa tarea. Mi madre desempleada recibía un apoyo monetario a cambio.
Por esos días mis hermanos y yo íbamos con mi madre en los días que le tocaba hacer la limpieza. Algunas veces barríamos las hojas de las matas de mango que estaban en el patio y después en mi caso me intereso visitar su biblioteca. En la cual había múltiples retratos de Monseñor Romero y libros sobre El Salvador, también aquellas revistas SIC, sobre luchas de las comunidades y de cómo se organizaba la gente para vivir dignamente.
Le fui pidiendo a Acacio que me prestara libros y el amablemente accedía. Fui leyendo de las luchas y un día le pregunte ¿Y que hago yo para luchar también?, ¿para estar en una organización?. Y me respondió, “allá arriba (refiriéndose al primer piso de la parte de atrás de la iglesia) se reúne un grupito de jóvenes los sábados”. El sábado siguiente fui y conocí a un grupo base de la Juventud Obrera Católica y allí comenzó mi militancia.
Jesús Rondón
Radio Fe y Alegría Noticias