Socorro Ramírez
Tanto el retorno de colombianos refugiados o exiliados como el ingreso de venezolanos que huyen de la crisis, y el paso irregular de migrantes hacia Estados Unidos, le plantean a Colombia retos formidables. El Estado está en mora de rehacer la política migratoria y de poner a funcionar la Comisión Nacional de Migraciones y la Mesa de Sociedad Civil, que pueden ayudar a hacerles frente a las complejas realidades actuales y a las que se avecinan. Es de esperar que el histórico fin de la guerra con las Farc permita al país abrir ventanas de esperanza para tanta tragedia humana.
En el 2015, Acnur calculó en 340.240 el número de colombianos que requerían protección en Ecuador, Venezuela y Panamá. Esta cifra representa el 91 por ciento de los desplazados. Ecuador es el mayor receptor, en el 2014 allí residían 121.317 desplazados, 57.060 con estatus de refugio; debido a dificultades económicas y al terremoto, las autoridades de ese país esperan que retornen a Colombia, y les inquieta que el 80 por ciento no lo quieran hacer. En la frontera con Venezuela, la crisis humanitaria de hace un año la produjo el cierre militarizado ordenado por Maduro; ahora el paso masivo de venezolanos presionó la reapertura gradual de puentes limítrofes, y crecerá con el agravamiento de las crisis en el país vecino. Y con el pos acuerdo con las Farc, se incrementará el retorno voluntario de quienes tuvieron que salir huyendo, sobre todo hacia países vecinos.