Por Carlos Torrealba Rangel
El país requiere en estos tiempos de severa crisis económica, social, política e institucional una persona —sea político o miembro de la sociedad civil— que sea un estadista, con visión moderna del mundo, con valores y principios profundamente democráticos, que conozca la realidad del territorio nacional, sus necesidades, los recursos con los que cuenta y las posibilidades de llevar a cabo planes y proyectos eficaces, sin proponer utopías que solo buscan complacer al electorado, a pesar de que estas sean de poco valor e intrascendentes, ya que las promesas irreales crean ilusiones, y cuando no se concretan, solo logran generar frustración, descrédito y resentimientos.
Para Winston Churchill (1874-1965) un estadista lo es tal cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones.
Desde esta perspectiva, el estadista que demanda Venezuela se podría describir de la siguiente manera:
- Su preocupación final es la próxima generación, por lo que su pensamiento y proyecto de país son de largo aliento y contenido profundo.
- Lo anterior no le impide enfrentar y solucionar los problemas inmediatos y urgentes, como la falta de agua, energía eléctrica, gasolina y gas doméstico y, en general, los asociados a los servicios públicos que afectan a la calidad de vida de los venezolanos.
- Cumple fielmente la Constitución y respeta los demás poderes, procurando siempre que prevalezca el equilibrio entre el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, que son poderes independientes y que no están subordinado uno del otro.
- Sabe escuchar, tiene la capacidad de trabajar en equipo, busca los mejores talentos y se deja asesorar, para así tomar las mejores decisiones.
- Prevalece en él el interés del país en su conjunto y el interés de los venezolanos por encima de los intereses de las organizaciones políticas o de los intereses particulares de sus dirigentes.
- Es un pensador que siempre busca las mejores opciones de desarrollo para el país y el conjunto de la sociedad.
- Apela a los recursos que brinda la democracia y el Estado de derecho para solucionar los problemas económicos, sociales, políticos e institucionales.
- No busca ni le interesa complacer a todo el mundo.
- Actúa con la convicción de que los problemas se tienen que resolver.
- Promueve una política centrada en el diálogo, con miras a articular a todos los actores de la sociedad, sin exclusiones de ninguna naturaleza, para construir consensos pensando en el bien común y en la solución de los problemas que aquejan a la población.
- Logra hacer lo imposible posible, particularmente la unión de todos los venezolanos para hacer de Venezuela un país moderno, de progreso y elevada calidad de vida para todos.
Con un poco más o con un poco menos de atributos, cabe preguntarse si es posible que desde el mundo opositor venezolano surja algún candidato a las elecciones presidenciales de 2024 con esas características. También cabe preguntarse si el actual liderazgo opositor, desvinculado del sentir nacional y en permanentes pleitos internos, podrá superar la desconfianza y el rechazo que la política y sus voceros producen en el venezolano común. De no ser así, ¿qué futuro nos espera?
Nuestro país ha tenido grandes estadistas entre los fundadores de la democracia. Igualmente cuenta con valiosos venezolanos en todos los ámbitos de la sociedad. Esperemos que alguno de ellos pueda dar el salto cualitativo y se convierta en el estadista que necesita Venezuela, a fin de construir una sociedad democrática y crear desarrollo, bienestar y progreso para todos.