No sé qué día se inspiró, ni qué imagen de la Basílica le sacudió, pero estos versos que uno pudiera pensar salidos de la pluma profética de Mons. Casaldáliga o de la tecla furiosa de Ernesto Cardenal después de ser regañado por el Papa Juan Pablo II, me han venido azarosamente a la memoria.
Jesús María Aguirre sj
BASÍLICA DE SAN PEDRO
Di, Jesucristo, ¿por qué
me besan tanto los pies?
Soy San Pedro aquí sentado,
en bronce inmovilizado;
no puedo mirar de lado
ni pegar un puntapié,
pues tengo los pies gastados,
como ves.
Haz un milagro, Señor.
Déjame bajar al río,
Volver a ser pescador,
que es lo mío.
No busque al autor en las Iglesias protestantes que critican a la ramera de Babilonia, ni entre templos católicos progresistas que pelean con su obispo, tampoco en las comunidades de base latinoamericanas o del camarlengo europeo, irritados por las cadenasde oro que atan al Vaticano, pues el bardo nació en el Puerto de Santa María en 1902, fue comunista, y escribió “Retornos de lo vivo lejano, Roma, peligro para caminantes en 1968. Se llamaba Rafael Alberti. El 28 de octubre de 1999 murió en su casa de El Puerto de Santa María, en su pueblo natal. Sus cenizas fueron esparcidas en el mismo mar de su infancia, aquel que cantó en su obra “Marinero en Tierra”.