Por Gonzalo Oliveros Navarro
Así siempre fue la señora Bachelet en sus opiniones como presidente de Chile respecto de la situación venezolana, Pudiera uno decir que fue moderadamente discreta. Pero ya no es Presidente de ese país.
Este 20 de Marzo del 2019, la señora Bachelet, en su condición de Secretaria de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos presentó un informe sobre la situación de éstos en Venezuela.
Seguramente que a los venezolanos, víctimas de lo que con ellos se ha realizado, no sorprendió. A otros sí. A quienes usurpan el poder.
Acostumbrados ellos como lo están a que las afinidades ideológicas nublen el juicio de quienes les observan, seguramente reaccionaron con silente estupor por las conclusiones derivadas del informe presentado. Quienes han ejercido el gobierno de Venezuela violan los derechos humanos. Así de simple. Así de fuerte.
La diáspora venezolana es la consecuencia directa de esa política violatoria de derechos implementada desde el Palacio de Miraflores. Si no se violaren, no hubiéremos salido del país. Estaríamos tratando de construir éste. Pero la política diseñada desde allí tiene otro objetivo: Destruir, al país y a su gente.
El informe de la señora Bachelet es un alerta luminoso. No se podrá argüir que ella es un “representante del imperio”. No ella es una humanista, con posiciones de izquierda que sufrió lo que era el actuar de un gobierno militar, como el que hoy usurpa el poder venezolano.
Hoy no fue un buen día para quienes usurpan. Pero sí lo fue para todos los demás. Ante el mundo quedó evidenciado que quienes están actuando desde el palacio presidencial y quienes en esa actuación le acompañan, violan los derechos de sus conciudadanos. Y eso genera responsabilidad.