Pronosticar es la acción de predecir hechos futuros en base a indicios actuales. ¡Vaya temeridad!
Claramente, ni la agorería, ni la adivinación, ni otras prácticas parecidas, son actividades propias de la Revista SIC. Así que no haremos pronósticos, eso no nos corresponde.
Pero a lo que sí nos animamos es a plantearles una suerte de listado de temas que consideramos importantes tener presentes para el año que comienza. Temas que nos llaman a la reflexión y a la acción.
Vayamos por parte:
1.- El sentir de la gente y la mejor política
Es indispensable que estemos todos atentos e involucrados en la situación de los demás. Qué nos sucede, cómo estamos viviendo, qué necesidades requieren ser atendidas con urgencia, con premura, con sensibilidad, en nuestros familiares, en nuestros amigos, vecinos, compañeros, en nuestras comunidades. La democracia es al final – o mejor dicho desde el principio – un sistema de gobierno que para funcionar realmente debe ser entendido no como un sistema por, para o de la gente, sino un sistema de gobierno con la gente. La democracia es por esencia relacional.
La persona humana – es decir, todos y cada uno de nosotros – no puede estar sola, sino que necesita relación con otras personas. Ya nos lo decía J. Maritain que el ser humano si bien es un ser personal, es también un ser indigente y necesitado. Esta realidad nos llama a que estemos siempre abiertos a la vida social y a la comunión con los demás. En ello radica la esencia del bien común, no se trata de yo estar bien, ni tampoco de nosotros estemos bien; se trata, como bien nos dice Teilhard de Chardin, de que todos tengamos las condiciones de vida social, con las cuales los seres humanos podamos lograr con mayor plenitud y facilidad nuestra propia perfección.
Nos dice el papa Francisco que para hacer posible el correcto desarrollo de una comunidad, debemos ser capaces de realizar la fraternidad y poder vivir en la amistad social, y para ello hace falta la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común.
La mejor política, es aquella que busca caminos de construcción de comunidades en los distintos niveles de la vida social, y debe expresarse también en la apertura a todos y de todos, principalmente de aquellos a quienes les toca gobernar. Los gobernantes están llamados a renuncias que hagan posible el encuentro, saber y poder escuchar el punto de vista del otro, para así facilitar que todos tengamos espacio.
La política no puede renunciar al objetivo de lograr que la organización de una sociedad asegure a cada persona alguna manera de aportar sus capacidades y su esfuerzo, nos dice Francisco en la encíclica Fratelli Tutti.
2.- Tiempos de reforma y de contrarreforma
Se anuncia desde Miraflores que se presentará al país una propuesta de reforma a la constitución nacional. Ciertamente el problema más allá de cambios de formas, estriba en los cambios de fondo que el país necesita. La honestidad y la probidad, la integridad, el respeto a la dignidad humana, el sometimiento de todos a un Estado de Derecho justo, la vida en paz, la igualdad de oportunidades, la profunda y seria convicción democrática de parte de todos los venezolanos. Esta es una cruzada que increpa e incumbe a todos y cada uno de los hombres y mujeres que habitan el país. Pero la iniciativa que está en boga es la de un proceso de reforma constitucional, y dado el peso específico de tal llamado será seguramente el tema que ocupe el debate nacional.
Aún no se ha hecho público el contenido de la propuesta, sin embargo, lo correcto es que públicamente se haga conocer. Y lo correcto también es que una vez conocido y estudiado el contenido de la propuesta y de no estar conformes con lo propuesto, pues presentemos igualmente al país otras propuestas, donde se sugieran los temas faltantes.
Debe abrirse un espacio que permita la exposición y la discusión de las ideas, donde se hable de reforma y por supuesto de contrarreformas. ¡Es lo democrático!
3.- La participación como virtud ciudadana
Desde Revista SIC hemos insistido una y mil veces en el crucial y fundamental papel que cumple y debe cumplir el ciudadano como sujeto responsable y libre. Ese ciudadano es libre y es responsable solo y en cuanto se hace parte de la vida social, es decir, en la medida en que participa.
Hoy en Venezuela, nos encontramos otra vez ante la convocatoria a un proceso electoral y el dilema que se nos plantea a los venezolanos es nuevamente el mismo: participamos o no participamos. Para nosotros en esta tribuna ha quedado más que claro que el único camino que tiene sentido transitar es el camino de la participación, lo demás son quimeras, ilusiones o estafas. La participación –ciertamente – supone también el voto, pero va más allá del voto.
Participar supone apostar al bien común, atender el hartazgo de la gente, conectar los problemas y realidades con soluciones concretas, construyendo desde lo local. Participar es hacer un honesto y reflexionado mea culpa y entender en qué cada quien se ha equivocado, partiendo de la ética de la responsabilidad de cara a la ética de los resultados.
Participar se trata de alzar la voz, con conciencia ciudadana y democrática valentía cuando haya que hacerlo, cuando las cosas estén mal y deban ser enmendadas.
4.- Diálogo y Reconciliación Nacional
La Compañía de Jesús en Venezuela, fiel a los fundamentos de su misión, intenta abrir, proponer y acompañar un camino en el que la espiritualidad y la fe que la dinamiza sean los pilares que, lejos de edulcorar la realidad, se conviertan en la fortaleza para asumirla tal cual es, dialogar con ella, incidir transformadoramente y agradecer por la oportunidad que hoy tiene para seguir trabajando por un país viable.
Hoy, en una sociedad marcada por la polarización, la violencia y la desconfianza, tanto el diálogo como la reconciliación se perfilan como elementos imperiosos ante la necesidad de reconstrucción del tejido social venezolano. Frente a este escenario, la Compañía de Jesús en Venezuela, apuesta por una iniciativa de reconciliación que abogue no solo por el encuentro de ideas, posiciones, visiones y nociones, sino que también haga frente al complicado discernimiento sobre el perdón, la justicia y el poder, en un proceso que ineludiblemente será de largo aliento.
5.- Nuestra bandera: el Pensamiento Social de la Iglesia
Pero todo lo anterior cobra sentido para nosotros, no porque represente una visión programática o atienda a un plan de acción social, sino porque se cimienta sobre la propuesta que desde la Iglesia Católica se ha venido desarrollando durante más de un siglo de enseñanzas, pensamiento y doctrina social.
Creemos que la dignidad de la persona humana, el bien común, la subsidiariedad y la solidaridad, son principios clave e indispensables que permiten orientar la conducta de los hombres y mujeres en la sociedad. Es una enseñanza ética, moral y social basada en la Revelación, la ley natural, la tradición y el magisterio de la Iglesia.
No debe entenderse la Doctrina Social de la Iglesia como una pretensión ideológica de aplicación obligatoria desde el Estado. Ni tampoco debe pensarse como un planteamiento utópico, angelical, ideal, para la Ciudad de Dios; sino como una suerte de guía que permita al hombre vivir mejor en este mundo nuestro, preocupados por la viabilidad humana en la sociedad presente y futura.
2025 comienza lleno de expectativas y al mismo tiempo nos plantea desafíos y retos para todos los venezolanos, en especial los creyentes y de buena voluntad. Pero, al mismo tiempo 2025 ha sido declarado Año Jubilar de la Esperanza por el papa Francisco, y eso significa que es un año santo de esperanza y reconciliación. Nos dice el papa que la esperanza no defrauda, así que no nos dejemos engañar por augurios, ni adivinos, ni futurólogos. Confiemos con esperanza y ¡eso sí! Actuemos con buen criterio, sensibilidad y convicción cristiana.