EuropaPress
El Papa Francisco ha denunciado las condiciones en las que viven millones de niños refugiados fruto de los conflictos armados y ha arremetido contra los fabricantes de armas. “El fruto de la guerra son niños muertos de hambre en los campos de refugiados, mientras los fabricantes de armas hacen fiesta en los salones”, ha denunciado durante la homilía de la celebración en Santa Marta.
En este sentido, ha comentado cómo los patrones de la industria del armamento, que fabrican las armas, hacen fiestas en grandes salones” y ha contrapuesto esa “buena vida” a la del “niño que muere de hambre y que está enfermo en un campo de refugiados”.
Por ello, ha advertido de que la paz no puede ser sólo una “palabra” y ha exhortado a todos los cristianos a no “acostumbrarse” al “escándalo” de la guerra.
A su juicio, este contraste evidencia “cómo se alejan los corazones cuando nace la guerra”. Asimismo, ha explicado cómo ha constatado “amargamente” que todos los días en los periódicos se narran guerras y que “los muertos parecen formar parte de una contabilidad cotidiana”.
NADA HA CAMBIADO DESDE LA I GUERRA MUNDIAL
“Parece que el espíritu de la guerra se haya hecho dueños de nosotros –ha criticado–. Se hacen actos para conmemorar el centenario de aquella gran guerra (la I Guerra Mundial), tantos millones de muertos y todos escandalizados, pero hoy es lo mismo. No hay una gran guerra sino pequeñas guerras por todo el mundo, pueblos divididos que para conservar el propio interés, se matan entre ellos”, ha subrayado.
Así, ha condenado duramente las guerras y se ha preguntado con indignación de dónde vienen las guerras y las disputas. “Las guerras, el odio, la enemistad, no se compran en el mercado, están aquí en el corazón”, ha criticado.
El pontífice ha recordado que cuando se explica a los niños con el catecismo la historia de Caín y Abel todos se escandalizan, porque no se puede aceptar que alguien mate a su hermano. “Hoy tantos millones se matan entre hermanos y reina la indiferencia porque se ha hecho una costumbre –ha denunciado–. La gran guerra escandaliza, pero las escondidas no escandalizan. Mueren tantos por un trozo de tierra, por una ambición, por odio racial”.
Asimismo, ha recordado que hay muchas familias destruidas porque “el papa o la mama no son capaces de encontrar el camino de la paz y prefieren la guerra”. “La guerra destruye”, ha recalcado.
Finalmente, ha invitado a “preparar la paz” y a “reconocer la miseria de cada uno, esa miseria de donde vienen las guerras”. “¿Quién ha llorado cuando lee un periódico, cuando ve en televisión estas imágenes, tantas muertes?”, ha preguntado, al tiempo que ha afirmado que lo que debe hacer un verdadero cristiano ante tantas guerras es “llorar, hacer luto, humillarse”. Por todo ello, ha pedido a Dios que ayude a los hombres a no ser indiferentes ante el dolor.